miércoles, 11 de marzo de 2009

biografia marguerite yourcenar

Marguerite Yourcenar

(Marguerite de Crayencour; Bruselas, 1903 - isla de Mount Desert, Maine, EE UU, 1987) Escritora francesa de origen belga.

Huérfana de madre desde su nacimiento, fue llevada muy pronto a Francia por el padre (natural de Lille) que, tras impartirle una educación bastante esmerada, la llevó siempre con él, en el curso de su cosmopolita existencia, comunicándole su amor por los viajes.

Cursó estudios universitarios, especializándose en cultura clásica, y empezó a publicar diez años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque con escaso éxito. De esta primera época son las novelas Alexis o el tratado del inútil combate (1928), que comenzó a despertar el interés de la crítica: obra de corte gidiano, es una lúcida y desinhibida vivisección de un fracaso existencial; La Nouvelle Eurydice (1929), menos tensa e inspirada respecto Alexis: Denier du rêve (1934), historia de un atentado fracasado contra Mussolini, donde la violencia política ocupa el primer plano; y La mort conduit l'attelafe (1934), colección de tres cuentos.

Sus largas estancias en Grecia dieron origen a una serie de ensayos reunidos en Viaje a Grecia y llevaron a su maduración la idea originaría de Fuegos (1936), una obra esencialmente lírica compuesta de relatos míticos y legendarios. La misma dimensión mítica se deja traslucir en su colección de Cuentos orientales, publicada en 1938. El año siguiente aparece El tiro de gracia, basada en un hecho real, una historia de amor y de muerte en un país devastado durante las luchas antibolcheviques. Son importantes también varios ensayos, como Pindare (1932) y Les songes et les sorts (1938).


Marguerite Yourcenar

En 1939 la guerra la sorprendió en los Estados Unidos y allí fijó su residencia, en Maine, dedicándose en un principio a la enseñanza y adquiriendo la nacionalidad norteamericana en 1948. Llevó a cabo también en este período una serie de refinadas traducciones de textos de diversa naturaleza: obras de Virginia Wolf, Henry James y K. Kavafis y la antología de poesía griega antigua La couronne et la lyre.

Su fama como novelista la debe a dos grandes novelas históricas que han tenido gran resonancia: Memorias de Adriano (1951), reconstrucción histórica realizada con gran celo documental de la vida del más ilustrado de los emperadores romanos. Escrita a modo de carta dirigida como testamento espiritual a su sucesor designado, es una meditación del hombre sobre sí mismo, e ilustra el único remedio posible a la angustia de la muerte: la voluntad de vivir conscientemente, asumiendo el deber principal del hombre que es el perfeccionamiento interior. La otra fue Opus nigrum (1965), obra fruto de cuidadosas investigaciones, que gira en torno a la figura del médico alquimista y filósofo Zenón, intelectual enfrentado a los problemas del conocimiento.

martes, 3 de marzo de 2009

POEMAS DE CHARLES BAUDELAIRE

LAS FLORES DEL MAL: (Versi0nes de Antonio Martínez Sarrión)
De Spleen e Ideal:
2. EL ALBATROSPor distraerse, a veces, suelen los marinerosDar caza a los albatros, grandes aves del mar,Que siguen, indolentes compañeros de viaje,Al navío surcando los amargos abismos.Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,Dejan penosamente arrastrando las alas,Sus grandes alas blancas semejantes a remos.Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,Aquél, mima cojeando al planeador inválido!El Poeta es igual a este señor del nublo,Que habita la tormenta y ríe del ballestero.Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,Sus alas de gigante le impiden caminar
3. ELEVACIÓNPor encima de estanques, por encima de valles,De montañas y bosques, de mares y de nubes,Más allá de los soles, más allá de los éteres,Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidadY como un nadador que se extasía en las olas,Alegremente surcas la inmensidad profundaCon voluptuosidad indecible y viril.Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,Sube a purificarte al aire superiorY apura, como un noble y divino licor,La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesaresQue abruman con su peso la neblinosa vida,¡Feliz aquel que puede con brioso aleteoLanzarse hacia los campos luminosos y calmos!Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,Levantan hacia el cielo matutino su vuelo-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,La lengua de las flores y de las cosas mudas!
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5. LA VOZSe encontraba mi cuna junto a la biblioteca,Babel sombría, donde novela, ciencia, fábula,Todo, ya polvo griego, ya ceniza latinaSe confundía. Yo era alto como un infolio.Y dos voces me hablaban. Una, insidiosa y firme:«La Tierra es un pastel colmado de dulzura;Yo puedo (¡y tu placer jamás tendrá ya término!)Forjarte un apetito de una grandeza igual.»Y la otra: «¡Ven! ¡Oh ven! a viajar por los sueños,lejos de lo posible y de lo conocido.»Y ésta cantaba como el viento en las arenas,Fantasma no se sabe de que parte surgidoQue acaricia el oído a la vez que lo espanta.Yo te respondí: «¡Sí! ¡Dulce voz!» Desde entoncesData lo que se puede denominar mi llagaY mi fatalidad. Detrás de los panelesDe la existencia inmensa, en el más negro abismo,Veo, distintamente, los más extraños mundosY, víctima extasiada de mi clarividencia,Arrastro en pos serpientes que mis talones muerden.
Y tras ese momento, igual que los profetas,Con inmensa ternura amo el mar y el desierto;Y sonrío en los duelos y en las fiestas sollozoY encuentro un gusto grato al más ácido vino;Y los hechos, a veces, se me antojan patrañasY por mirar al cielo caigo en pozos profundos.Más la voz me consuela, diciendo: «Son más belloslos sueños de los locos que los del hombre sabio».

6. ME GUSTA RECORDAR ESAS DESNUDAS ÉPOCASMe gusta recordar esas desnudas épocasEn que placía a Febo las estatuas dorar ,En tanto hombre y mujer, en su esplendor más alto,Sin angustia gozaban y sin mentira alguna,Y, el amoroso cielo envolviendo sus cuerpos,La salud de su noble máquina ejercitaban.Mostrábase Cibeles fértil y generosa,No hallando que sus hijos fuesen gravosa carga;Antes bien, loba henchida de ternezas comunes,Nutría al universo con sus oscuras ubres.Elegante y robusto, el hombre se preciabaEntre bellezas múltiples que por rey le acataban.Frutos aún no ultrajados y carentes de grietas,¡Cuya bruñida pulpa incitaba al mordisco!Hoy el Poeta, cuando pretende imaginarTal nativa grandeza y acude a los lugaresEn que hombres y mujeres sin velos aparecen,Siente envuelto su espíritu en tenebroso frío,Ante ese negro cuadro que rebosa de espanto.¡Oh monstruosidades llorando sus vestidos!¡Oh ridículos torsos que son propios de máscaras!Pobres cuerpos torcidos, fláccidos o ventrudos,Que el Señor de lo útil, sereno e implacable,Envolvió desde niños en pañales de bronce.Y vosotras, mujeres, pálidas como cirios,En quienes la lujuria se ceba, y esas vírgenesArrastrando la herencia de los maternos vicios¡Y todos los horrores de la fecundidad!Tenemos, ello es cierto, naciones corrompidas,A los antiguos pueblos de ignorado esplendor:Los rostros devorados por las llagas cordialesY algo que llamaríamos desmayadas bellezas;Más esas invenciones de las musas tardías,Jamás impedirán a las razas decrépitasRendir a las más jóvenes un profundo homenaje,-A la juventud santa de simple y dulce frente,De mirar claro y limpio como agua saltarina,Y que marcha, inconsciente, por doquier esparciendo,como el azul del cielo, las flores y los pájaros,Sus perfumes, sus cánticos y sus suaves calores.
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8. LA MUSA ENFERMAMi Pobre musa, !ay! ¿qué tienes este día?Pueblan tus vacuos ojos las visiones nocturnasY alternándose veo reflejarse en tu tezLa locura y el pánico, fríos y taciturnos.¿El súcubo verdoso y el rosado diablilloEl miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?¿Con su puño te hundieron las foscas pesadillasEn el fondo de algún fabuloso Minturno?Quisiera que, exhalando un saludable olor,Tu seno de ideas fuertes se viese frecuentadoY tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,Como los sones múltiples de las sílabas viejasDonde, reinan Por turno Febo, padre del canto,Y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.
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9. LA MUSA VENALTú que amas los palacios, oh musa de mi vida,¿Tendrás, cuando el Bóreas², sea el dueño de Enero,Mientras cae la nieve en tediosas veladas,Para caldear tus pies violáceos, un tizón?¿Reanimarás acaso tus espaldas marmóreasEn los nocturnos rayos que filtran los postigos?¿Socorrerás tu bolsa y tu garganta exangüesCon el oro que esplende en la bóveda azul?Debes, para ganar tu pan de cada noche,Agitar como niño de coro el incensarioY salmodiar Te Deums en los que apenas crees,Reiterando tus gracias, como hambriento payasoY tu risa velada por lágrimas secretas,Para ver cómo estalla la vulgar carcajada.
²dios que personificaba el viento del Norte en la mitología griega.
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11. EL ENEMIGOMi juventud no fue sino un gran temporalAtravesado, a rachas, por soles cegadores;Hicieron tal destrozo los vientos y aguacerosQue apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.He alcanzado el otoño total del pensamiento,y es necesario ahora usar pala y rastrilloPara poner a flote las anegadas tierrasDonde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,El místico alimento que les daría vigor?-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.
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12. LA MALA SUERTEPara alzar un peso tan grande¡Tu coraje haría falta, Sísifo!Aun empeñándose en la obraEl Arte es largo y breve el Tiempo.Lejos de célebres túmulosEn un camposanto aisladoMi corazón, tambor velado,Va redoblando marchas fúnebres.-Mucha gema duerme ocultaEn las tinieblas y el olvido,Ajena a picos ya sondas.-Mucha flor con pesar exhalaComo un secreto su grato aromaEn las profundas soledades.
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21. LA MÁSCARAEstatua alegóricaa la manera del renacimiento a Ernest Christophe, escultorContempla ese tesoro de gracias florentinas;En la forma ondulante del musculoso cuerpo,Son hermanas divinas la Elegancia y la Fuerza.Esta mujer, fragmento en verdad milagroso,Noblemente robusta, divinamente esbelta,Nació para reinar en lechos suntuososY entretener los ocios de un príncipe o de un papa.-Observa esa sonrisa voluptuosa y finaDonde la Fatuidad sus éxtasis pasea,Esos taimados ojos lánguidos y burlones,El velo que realza esa faz delicadaCuyos rasgos nos dicen con aire triunfador:«¡El Deleite me nombra y el Amor me corona!»A un ser que está dotado de tanta majestad,¡Qué encanto estimulante le da la gentileza!Acerquémonos trémulos de su belleza en torno.
¡Oh blasfemia del arte! ¡Oh sorpresa brutal!La divina mujer, que prometía la dicha¡Concluye en las alturas en un monstruo bicéfalo¡Mas no! Máscara es sólo, mentido decorado,Ese rostro que luce un mohín exquisito,Y, contémplalo cerca: atrozmente crispados,La auténtica cabeza, el rostro más real,Se ocultan al amparo de la cara que miente.¡Oh mi pobre belleza! El río esplendorosoDe tu llanto se abisma en mi hondo corazón.Me embriaga tu mentira y se abreva mi almaEn la ola que en tus ojos el Dolor precipita.-Mas, ¿por qué llora? En esa belleza inigualableQue tendría a sus pies todo el género humano,¿Qué misterioso mal roe su flanco de atleta?-¡Insensata, solloza sólo porque ha vivido!¡Y porque vive! Pero lo que lamenta más,Lo que hasta las rodillas la hace estremecerEs que mañana, ¡ay!, continuará viviendo,¡Mañana, al otro día, siempre! ¡Igual que nosotros!
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23. LAS JOYASElla estaba desnuda, y, sabiendo mis gustos,Sólo había conservado las sonoras alhajasCuyas preseas le otorgan el aire vencedorQue las esclavas moras tienen en días fastos.Cuando en el aire lanza su sonido burlónEse mundo radiante de pedrería y metalMe sumerge en el éxtasis; yo amo con frenesíLas Cosas en que se une el sonido a la luz.Ella estaba tendida y se dejaba amar,Sonriendo de dicha desde el alto divánA mi pasión profunda y lenta como el marQue ascendía hasta ella como hacia su cantil.Fijos en mí sus ojos, como en tigre amansado,Con aire soñador ensayaba posturasY el candor añadido a la lubricidadNueva gracia agregaba a sus metamorfosis;Y sus brazos y piernas, sus muslos y sus flancosPulidos como el óleo, como el cisne ondulantes,Pasaban por mis ojos lúcidos y serenos;Y su vientre y sus senos, racimos de mi viña,Avanzaban tan cálidos como Ángeles del malPara turbar la paz en que mi alma estabaY para separarla del peñón de cristalDonde se había instalado solitaria y tranquila.
Y creí ver unidos en un nuevo diseño-Tanto hacía su talle resaltar a la pelvis-Las caderas de Antíope al busto de un efebo,¡Soberbio era el afeite sobre su oscura tez!-Y habiéndose la lámpara resignado a morirComo tan sólo el fuego iluminaba el cuarto,Cada vez que exhalaba un destello flamígeroInundaba de sangre su piel color del ámbar.
* * * * *24. PERFUME EXÓTICOCuando entorno los ojos bajo el sol otoñalY respiro el aroma de tu cálido seno,Ante mí se perfilan felices litoralesQue deslumbran los fuegos de un implacable sol.Una isla perezosa donde NaturalezaProduce árboles únicos y frutos sabrosísimos,Hombres que ostentan cuerpos ágiles y delgadosY mujeres con ojos donde pinta el asombro.Guiado por tu aroma hacia mágicos climasVeo un puerto colmado de velas y de mástilesTodavía fatigados del oleaje marino,Mientras del tamarindo el ligero perfume,Que circula en el aire y mi nariz dilata,En mi alma se mezcla al canto marinero.
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25. LA CABELLERA¡Oh vellón, que rizándose baja hasta la cintura!¡Oh bucles! ¡Oh perfume cargado de indolencia!¡Éxtasis! Porque broten en esta oscura alcobaLos recuerdos dormidos en esa cabellera,La quiero hoy agitar, cual si un pañuelo fuese.Languidecientes asias y áfricas abrasadas,Todo un mundo lejano, ausente, casi muerto,Habita tus abismos, ¡arboleda aromática!Tal como otros espíritus se pierden en la música,El mío, ¡oh mi querida!, navega en tu perfume.Lejos iré, donde árbol y hombre, un día fuertesFatalmente se agostan bajo climas atroces;Firmes trenzas, sed olas que me arranquen al fin.Tu albergas, mar de ébano, un deslumbrante sueñoDe velas, de remeros, de navíos, de llamas:Un rumoroso puerto donde mi alma bebieraA torrentes el ruido, el perfume, el color;Donde naos surcando el oro y el moaré,Abren inmensos brazos para estrechar la gloriaDe un puro cielo, donde vibre eterno calor.Y hundiré mi cabeza sedienta de embriaguezEn ese negro océano, donde se encierra el otro,Y mi sutil espíritu que el vaivén acariciaOs hallará otra vez, ¡oh pereza fecunda!¡Infinitos arrullos del ocio embalsamado!
Oh cabellos azules, oscuros pabellonesQue me entregáis, inmensa, la bóveda celeste;En las últimas hebras de esas crenchas rizadas,Confundidos, me embargan los ardientes oloresDel aceite de coco, del almizcle y la brea.Durante edades, siempre, en tu densa melenaMi mano sembrará perlas, rubíes, zafiros,Para que el deseo mío no puedas rechazar.¿No eres, acaso, oasis donde mi sueño abrevaA sorbos infinitos el vino del recuerdo?26. Te adoro como adoro la bóveda nocturna¿Oh vaso de tristeza! ¡Oh mi gran taciturna!Y tanto más te adoro cuanto te escapas más,Y cuando me parece, ¡oh lujo de mis noches!Que con más ironía amontonas las leguasQue separan mis brazos de la inmensidad azul.Me dispongo al ataque y acometo el asaltoComo tras un cadáver un coro de gusanosY me enloquece, ¡oh fiera implacable y cruel!Hasta esa frialdad que te vuelve aún más bella.27. En tu calleja harías entrar, mujer impura,Al universo entero. El hastío te hace cruel.Para entrenar tus dientes en juego tan insólito,Cada día necesitas morder un corazón.Tus encendidos ojos igual que escaparatesO brillantes bengalas en bulliciosas fiestas,Usan con arrogancia de un prestado poderSin conocer jamás la ley de su belleza.¡Máquina ciega y sorda, fecunda en crueldades,Saludable instrumento, bebedora de sangre!¿Cómo no te avergüenzas? ¿Todavía no visteEn todos los espejos decrecer tus encantos?La enormidad del mal, en que te crees tan sabia,¿No te hizo jamás retroceder de espantoCuando Naturaleza, con ocultos designios,De ti puede servirse, ¡oh reina del pecado!-De ti, vil animal- para engendrar un genio?¡Oh fangosa grandeza! ¡Oh sublime ignominia!
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34. EL LETEO Ven a mi pecho, alma sorda y cruel, Tigre adorado, monstruo de aire indolente; Quiero enterrar mis temblorosos dedos En la espesura de tu abundosa crin; Sepultar mi cabeza dolorida En tu falda colmada de perfume Y respirar, como una ajada flor, El relente de mi amor extinguido. ¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir! En un sueño, como la muerte, dulce, Estamparé mis besos sin descanso Por tu cuerpo pulido como el cobre. Para ahogar mis sollozos apagados, Sólo preciso tu profundo lecho; El poderoso olvido habita entre tus labios Y fluye de tus besos el Leteo. Mi destino, desde ahora mi delicia, Como un predestinado seguiré; Condenado inocente, mártir dócil Cuyo fervor se acrece en el suplicio. Para ahogar mi rencor, apuraré El nepentes³ y la cicuta amada, del pezón delicioso que corona este seno el cual nunca contuvo un corazón.
³nepentes: pócima mágica que los antiguos ingerían para suprimirla tristeza y el dolor y que, posiblemente, contenía algún estupefaciente.Leteo: uno de los ríos del infierno, cuyas quietas aguas permitían a losmuertos el olvido de sus afanes terrestres.
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37. EL GATOVen, bello gato, a mi amoroso pecho; Retén las uñas de tu pata,Y deja que me hunda en tus ojos hermosos Mezcla de ágata y metal.Mientras mis dedos peinan suavemente Tu cabeza y tu lomo elástico,Mientras mi mano de placer se embriaga Al palpar tu cuerpo eléctrico,A mi señora creo ver. Su mirada Como la tuya, amable bestia,Profunda y fría, hiere cual dardo, Y, de los pies a la cabeza, Un sutil aire, un peligroso aroma,Bogan en torno a su tostado cuerpo.
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45. ¿QUÉ DIRÁS ESTA NOCHE, POBRE ALMA SOLITARIA
¿Qué dirás esta noche pobre alma solitaria,Qué dirás, corazón, marchito hace tan poco,A la muy bella, a la muy buena, a la amadísima,Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?
-El orgullo emplearemos en cantar sus loores;Nada iguala al encanto que hay en su autoridad;Su carne espiritual tiene un perfume angélico,Y nos visten con ropas purísimas sus ojos.En medio de la noche y de la soledad,O a través de las calles, del gentío rodeado,Danza como una antorcha su fantasma en el aire.A veces habla y dice: «Yo soy bella y ordenoQue por amor a mí no améis sino lo Bello;Soy el Ángel guardián, la Musa y la Madona».
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47. A LA QUE ES DEMASIADO ALEGRETu cabeza, tu gesto, tu aireComo un bello paisaje, son bellos;Juguetea en tu cara la risaCual fresco viento en claro cielo.El triste paseante al que rozasSe deslumbra por la lozaníaQue brota como un resplandorDe tus espaldas y tus brazos.El restallante coloridoDe que salpicas tus tocadosHace pensar a los poetasEn un vivo ballet de flores.Tus locos trajes son emblemaDe tu espíritu abigarrado;Loca que me has enloquecido,Tanto como te odio te amo.Frecuentemente en el jardínPor donde arrastro mi atonía,Como una ironía he sentidoQue el sol desgarraba mi pecho;Y el verdor y la primaveraTanto hirieron mi corazón,Que castigué sobre una florLa osadía de la Naturaleza.Así, yo quisiera una noche,Cuando la hora del placer llega,Trepar sin ruido, como un cobarde,A los tesoros que te adornan,A fin de castigar tu carne,De magullar tu seno absueltoY abrir a tu atónito flancoUna larga y profunda herida.Y, ¡vertiginosa dulzura!A través de esos nuevos labios,Más deslumbrantes y más bellos,Mi veneno inocularte, hermana.
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48. REVERSIBILIDAD
Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia,La culpa, la vergüenza, el hastío, los sollozosY los vagos terrores de esas horribles nochesQue al corazón oprimen cual papel aplastado?Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia?
Ángel de bondad lleno, ¿sabes lo que es el odio,Las lágrimas de hiel y los puños crispados,Cuando su infernal voz levanta la venganzaVen capitán se erige de nuestras facultades?Ángel de bondad lleno: ¿sabes lo que es el odio?Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre,Que a lo largo del muro del lechoso hospital,Como los exiliados, marcha con pie cansino,En pos del sol escaso y moviendo los labios?Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre?Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?¿Y el miedo a envejecer, y ese odioso tormentoDe leer el secreto horror del sacrificioEn ojos donde un día los nuestros abrevaron?Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!David agonizante curación pediríaA las emanaciones de tu cuerpo hechicero;Pero de ti no imploro, ángel, sino plegarias,¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!
David: alusión a la leyenda, según la cual, el rey David, debilitado por la edad, trató de recobrar sus fuerzas mediante el contacto con cuerpos jóvenes.
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49. CONFESIÓNUna vez, una sola, mujer dulce y amable, En mi brazo el vuestro pulidoSe apoyó ( sobre del denso fondo de mi alma Ese recuerdo no ha palidecido);Era tarde; al igual que una medalla nueva, La Luna llena apareció,Y la solemnidad nocturna, como un río, Sobre París dormido se extendía.Los gatos, por debajo de las puertas de coches, Deslizábanse furtivosEl oído al acecho o, como sombras caras, Nos seguían despacio.Y de súbito, en medio de aquella intimidad, Abierta en la luz pálida,De Vos, rico y sonoro instrumento en que vibra La más luminosa alegría,De vos, clara y alegre igual que una fanfarria En la mañana chispeante,Una quejosa nota, una insólita nota Vacilante se escapó,Como un niño sombrío, horrible y enfermizo Que a su familia avergonzara,Y al que durante años, para ocultarlo al mundo, En una cueva habría encerrado.Vuestra discorde nota, ¡mi pobre ángel! cantaba: «Que aquí abajo nada es firme,Y que siempre, aunque mucho se disfrace, El egoísmo humano se traiciona;Que es un oficio duro el de mujer hermosa Y que es más bien tarea banal,De la loca y helada bailarina fijada En maquinal sonrisa;Que fiar en corazones es algo bien estúpido; Que es todo trampa, belleza y amor,Y al final el Olvido los arroja a un cesto ¡Y los torna a la Eternidad!»
Esa luna encantada evoqué con frecuencia, Ese silencio y esa languidez,Y aquella confidencia penosa, susurrada Del corazón en el confesionario.
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55. CIELO NEBLINOSOSe diría cubierta de vapor tu mirada;Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?)Alternativamente tierno, cruel, soñador,Refleja la indolencia y palidez del cielo.Recuerdas los días blancos, y tibios y velados,Que a las cautivas almas hacen fundirse en lágrimas,Cuando, presa de un mal confuso que los tensa,Los excitados nervios se burlan del dormido.A veces te asemejas a esos bellos paisajesQue iluminan los soles de estaciones brumosas...¡Y cómo resplandeces, oh mojado paisajeQue atraviesan los rayos entre un cendal de niebla!¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas!¿Acabaré adorando vuestras nieves yescarchas,Y, al cabo, arrancaré del implacable inviernoPlaceres más agudos que el hielo y que la espada?
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57. EL BELLO NAVÍOYo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!Los distintos encantos que ornan tu juventud; Trazar deseo tu bellezaDonde, a la par, se alían infancia y madurez.Cuando pasas, barriendo el aire con tu faldaSemejas a un bajel que enfila la bocana Y anda balanceándose, desplegadas las velas,Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldasSe pavonea con gracia tu altanera cabeza; Con aire plácido y triunfalContinúas tu camino, majestuosa niña.
Yo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!Los distintos encantos que ornan tu juventud; Trazar deseo tu bellezaDonde, a la par, se alían infancia y madurez.Tu seno que se comba, oprimiendo el moaré,Tu seno triunfante es un pulido armario Cuyas dos jambas claras y arqueadasSe parecen a escudos que aferrasen la luz.¡Provocantes defensas con dos rosadas puntas!Mueble dulce en secretos, lleno de cosas ricas: Vinos, perfumes, néctares,Que harían delirar mentes y corazones.Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda,Semejas a un bajel que enfila la bocana Y anda balanceándose, desplegadas las velas,Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.Tus piernas escultóricas, bajo airosos volantes,Provocan y exasperan las fiebres más oscuras, Cual dos brujas batiendoEn profunda vasija el más siniestro tósigo.Tus brazos que anhelaran los hércules precoces,Son los más firmes émulos de las boas deslizantes, Pensados para asirComo para tatuar en tu pecho a tu amante.Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas,Se pavonea con gracia tu cabeza altanera; Con aire plácido y triunfalContinúas tu camino, majestuosa niña.
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71. MŒSTA ET ERRABUNDA¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti,Lejos del negro océano de la ciudad inmunda,Hacia otra donde estalla, súbito, el esplendor,Azul, profundo, claro cual la virginidad?¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti?¡El mar, el vasto mar, nuestras tareas consuela!¿Qué demonio ha dotado al mar, ronco cantor,Al que el potente órgano de los vientos secunda,De esa función sublime de arrullar nuestros sueños?¡El mar, el vasto mar nuestras tareas consuela!¡Ráptame tú, fragata! ¡Arrástrame, vagón!¡Lejos! ¡Aquí las lágrimas se han convertido en fango!-¿No es cierto que, a menudo, el corazón de ÁgataDice: Lejos de crímenes, de dolores y culpas,¡Ráptame tú, fragata! ¡Arrástrame vagón!?¡Qué lejos te hallas ya, paraíso aromático,Donde, bajo los cielos, todo es amor y risas,Donde lo que se ama digno es de ser amado,Donde en puro deleite se ahoga el corazón!¡Qué lejos te hallas ya, paraíso aromático!Pero ese paraíso de amores juveniles,Las carreras, los cantos, los besos y las flores,Los violines sonando detrás de las colinas,Con los jarros de vino, de noche, en la espesura,-Pero ese paraíso de amores juveniles,Paraíso inocente de furtivos placeres,¿Está más lejos ya que la India y la China?¿Lo podremos llamar con gritos lastimerosY todavía animarlo con argentina voz,Al puro paraíso de furtivos placeres?
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74. EL SURTIDORSe cansaron tus ojos, ¡pobre amante!Que se queden cerrados largo rato,En esa postura indolenteEn que el placer te sorprendió.El murmullo del surtidor,Que día y noche permanece,Prolonga dulcemente el éxtasisEn que el amor me sumiera. El amplio chorro En flores mil, Donde Febea ¹ Colores muestra, Cae como lluvia De lentas lágrimas.Así tu alma, incendiadaPor la cruda luz del goce,Se lanza atrevida y rápidaRumbo a cielos encantados.Moribunda, se transformaEn una triste ola lánguidaQue, por invisible rampa,Se abisma en mi corazón El amplio chorro En flores mil, Donde Febea Colores muestra, Cae como lluvia De lentas lágrimas.¡Oh embellecida por la noche,Resulta dulce, sobre el seno,Escuchar el gemido eternoQue en el estanque solloza!Agua, sonora, luna, noche,Estremecidos árboles en torno,Vuestra pura melancolíaEs el espejo de mi amor. El amplio chorro En flores mil, Donde Febea Colores muestra, Cae como lluvia De lentas lágrimas.
¹Febea: una de las advocaciones por las que se conocía a Diana, diosa lunar.
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75. TRISTEZAS DE LA LUNAEsta noche la luna sueña con más pereza,Cual si fuera una bella hundida entre cojinesQue acaricia con mano discreta y ligerísima,Antes de adormecerse, el contorno del seno.Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,Y pasea su mirada sobre visiones blancas,Que ascienden al azul igual que floraciones.
Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,Ella deja rodar una furtiva lágrima,Un piadoso poeta, enemigo del sueño,
De su mano en el hueco, coge la fría gotacomo un fragmento de ópalo de irisados reflejos.Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.
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84. LA CAMPANA HENDIDAEn las noches de invierno es amargo y es dulceEscuchar, junto al fuego que palpita y humea,Como se alzan muy lentos los recuerdos lejanosAl son de carillones que suenan en la bruma.¡Feliz campana aquella de enérgica gargantaQue, pese a su vejez, conservada y alerta,Con fidelidad lanza su grito religiosoComo un viejo soldado que vigila en su tienda!Pero mi alma está hendida, y, cuando en sus hastíos,Quiere poblar de cantos la frialdad nocturna,Con frecuencia sucede que su cansada vozSemeja al estertor de un herido olvidadoJunto a un lago de sangre, bajo un montón de muertos,Que expira, sin moverse, entre esfuerzos inmensos.


De "Cuadros Parisienses":
103. PAISAJEDeseo, para escribir castamente mis églogas,Dormir cerca del cielo, cual suelen los astrólogos,Y escuchar entre sueños, vecino a las campanas,Sus cánticos solemnes que propalan los vientos.El mentón en las manos, tranquilo en mi buhardilla,Observaré el taller que parlotea y canta;Las chimeneas, las torres, esos urbanos mástiles,Y los cielos que invitan a soñar con lo eterno.Es dulce ver surgir a través de las brumasLa estrella en el azul, la luz en la ventana,Alzarse al firmamento los ríos del carbónY derramar la luna sus desvaído hechizo.Veré las primaveras, los estíos, los otoños,Y al llegar el invierno de monótonas nieves,Cerraré a cal y canto postigos y mamparas,Para alzar en la noche mis feéricos palacios.Y entonces soñaré con zarcos horizontes,Jardines, surtidores quejándose en el mármol,Con besos y con pájaros que cantan noche y día,Lo que el Idilio alberga de puro y de infantil.El Motín, golpeando sin éxito en los vidrios,No hará que del pupitre se levante mi frente,Pues estaré gozando la voluptuosidad,De que la Primavera a mi capricho irrumpa,De hacer que se alce un sol en mi pecho, y crearUna atmósfera tierna de mis ideas quemantes.
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104. EL SOLPor la vieja barriada, donde, de las casuchasLas persianas ocultan las lujurias secretasCuando el astro cruel furiosamente hiereLa ciudad y los campos, los techos y sembrados,Quisiera ejercitarme en mi esgrima fantásticaHusmeando en los rincones azares de la rima,Tropezando en las sílabas, como en el empedrado,Acaso hallando versos que hace tiempo soñé.Ese padre nutricio, que huye de las clorosis,En los campos despierta los versos y las rosas;Logra que se evaporen hacia el éter las penasSaturando de miel cerebros y colmenas.Es el quien borra años al que lleva muletasY le torna festivo como las bellas mozas,Y a las mieses ordena madurar y crecerEn la inmortal entraña que desea florecer.Cuando, como un poeta, desciende a las ciudades,Ennoblece la suerte de las cosas mas viles,Y penetra cual rey, sin séquito ni pompa, Tanto en las casas regias como en los hospitales.
* * * * *
110. RECOGIMIENTO
Sé sabia, Pena mía, y permanece en calma.Reclamabas la Noche; ya desciende, hela aquí:Envuelve a la ciudad una atmósfera oscuraA unos la paz trayendo y a los más la zozobra.
Mientras que la gran masa de los viles mortales,Del Placer bajo el látigo, ese verdugo impávido,Cosecha sinsabores en la fiesta servil,Ofréceme tu mano, Pena mía, ven aquíLejos de ellos. Mira balancearse los años transcurridosCon vestidos ridículos, sobre las balaustradasDel cielo; la nostalgia burlona ya emerge de las aguas;Descansa bajo un arco el moribundo solY, tal enorme sudario rezagado, hacia Oriente,Oye, querida, oye cómo avanza la Noche.
* * * * *
111. A UNA TRANSEÚNTELa calle atronadora aullaba en torno mío.Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reinaUna dama pasó, que con gesto fastuosoRecogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.De súbito bebí, con crispación de loco.Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,El placer que aniquila, la miel paralizante.Un relámpago. Noche. Fugitiva bellezaCuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!
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117. EL AMOR ENGAÑOSOCuando te veo cruzar, oh mi amada indolente,Paseando el hastío de tu mirar profundo,Suspendiendo tu paso tan armonioso y lentoMientras suena la música que se pierde en los techos.Cuando veo, al reverbero del gas que va tiñéndola,Tu frente aureolada de un mórbido atractivoDonde las luces últimas del sol traen a la aurora,Y, como los de un cuadro, tus fascinantes ojos,Me digo: ¡qué bella es! , ¡qué lozanía extraña!El taraceado recuerdo, pesada y regia torre,La corona, y su corazón, prensado como fruta,Y su cuerpo, están prestos para el más sabio amor.¿Serás fruto que en otoño da sazonados sabores?¿Vaso fúnebre que aguarda ser colmado por las lágrimas?¿Perfume que hace soñar en perfumes lejanísimos,Almohadón acariciante o canastilla de flores?Sé que hay ojos arrasados por la cruel melancolíaQue no guardan escondido ningún precioso secreto,Bellos estuches sin joyas, medallones sin reliquiasMás vacíos y más lejanos, ¡oh cielos!, que esos dos tuyos.Pero ¿no basta que seas la más sutil apariencia, Alegrando al corazón que huye de la verdad? ¿Qué más da tontería en ti o qué más da indiferencia?Te saludo adorno o máscara. Sólo adoro tu belleza.
* * * * * 118. TODAVÍA NO HE OLVIDADO...Todavía no he olvidado, cercana a la ciudad,Nuestra blanca mansión, pequeña más tranquila,La Pomona de estuco y la antigua AfroditaVelando su pudor tras una rala fronda,Y el sol, en el crepúsculo, destellante y soberbioQue, tras el vidrio donde se quebraban sus rayos,Parecía, gran pupila en el cielo curioso,Contemplar nuestras largas y solitarias cenas,Derramando sus bellos reflejos alongadosEn el estor de sarga y en el frugal mantel.
* * * * *
119. A LA BUENA SIRVIENTA QUE UN DÍA OS TUVO CELOSA...A la buena sirvienta que un día os tuvo celosaY que su sueño duerme bajo la humilde hierba,Pese a todo, debiéramos llevarle algunas flores.Los muertos, pobres muertos, tienen grandes pesaresY cuando lanza Octubre su viento melancólicoQue despoja a los árboles en torno de las tumbas,A los vivos, sin duda, encuentran bien ingratosPor dormir tibiamente bajo sus cobertores,Mientras que, devorados por negras pesadillas,Sin agradables charlas, sin compañía en el lecho,Esqueletos helados que trabajó el gusano,Ellos sufren las nieves goteantes del invierno,Y transcurrir el siglo, sin que amigos ni deudos,Reemplacen los jirones que penden de sus verjas.Cuando silba y crepita el leño, si una noche,Tranquila, en el sillón la viera reclinarse,Si en una noche azul y helada de DiciembreLa encontrara encogida en un rincón del cuarto,Grave y recién llegada de su lecho perenne,Ciñendo al niño grande con maternal mirada,A aquella alma piadosa ¿qué le responderíaViendo caer las lágrimas de sus profundos párpados?
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121. SUEÑO PARISIENSE a Constantin GuysIDe aquel terrible paisajeComo nunca vio mortal,Esta mañana, aún la imagenVaga y lejana perdura.¡Lleno está el sueño de magia!Por un singular caprichoDesterré de ese espectáculoAl barroco vegetal,Y, pintor fiel de mi sueño,En el cuadro saboreéLa monotonía embriaganteDe agua, mármol y metal.Babel de arcos y escaleras,Era un palacio infinitolleno de fuentes y aljibesEn oro bruñido o mate;Y rumorosas cascadas,Como cortinas de vidrio,Se suspendían destellantesSobre murallas metálicas.
No árboles, sino columnas,Ceñían estanques dormidos,Donde gigantescas náyadesComo damas se miraban.Capas de agua se extendían,Por muelles rosas y verdes,Durante miles de leguas,Hacia el fin del universo;Había piedras inauditasY olas mágicas; habíaInmensos hielos absortosPor lo que ellos reflejaban.Taciturnos y distantes,Ganges en el firmamento,Arrojaban sus tesorosEn diamantinos abismos.Arquitecto de mis magiasHacía, a mi voluntad,Bajo un enjoyado túnelPasar un manso océano;Y hasta los negros coloresParecían claros y limpios;Fundía su gloria el líquidoEn el rayo cristalino.No había vestigio de astros,¡Ni siquiera el sol poniente,Para alumbrar los prodigiosQue con su fuego brillaban!
Y sobre esas maravillasPlaneaba (¡atroz novedad!Presente el ojo, no el oído)Un infinito silencio.IIAl abrir mis ardientes ojos,Miré el horror de mi cuartoY sentí, de nuevo en mi alma,De la inquietud el aguijón;El fúnebre son del péndulo,Me recordó el mediodía;Caía la oscuridadSobre el embotado mundo.
* * * * *
122. EL CREPÚSCULO MATUTINOLa diana resonaba en todos los cuartelesY apagaba las lámparas el viento matutino.Era la hora en que enjambres de maléficos sueñosAhogan en sus almohadas a los adolescentes;Cuando tal palpitante y sangrienta pupila,La lámpara en el día traza una mancha rojaY el alma, bajo el peso del cuerpo adormilado,Imita los combates del día y de la lámpara.Como lloroso rostro que enjugase la brisa,Llena el aire un temblor de cosas fugacísimasY se cansan los hombres de escribir y de amar.Empiezan a humear acá y allá las casas,Las hembras del placer, con el párpado lívido,Reposan boquiabiertas con derrengado sueño;Las pobres, arrastrando sus fríos y flacos senos,Soplan en los tizones y soplan en sus dedos.Es la hora en que, envueltas en la mugre y el frío,Las parturientas sienten aumentar sus dolores;Como un roto sollozo por la sangre que brotaEl canto de los gallos desgarra el aire oscuro;Baña los edificios un océano de niebla,y los agonizantes, dentro, en los hospitales,Lanzan su último aliento entre hipos desiguales.Los libertinos vuelven, rotos por su labor.La friolenta aurora en traje verde y rosaAvanzaba despacio sobre el Sena desiertoY el sombrío Paris, frotándose los ojos,Empuñaba sus útiles, viejo trabajador.


De "El Vino":
123. EL ALMA DEL VINOCantó una noche el alma del vino en las botellas:«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,Un cántico fraterno y colmado de luz!»Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,Penar y sudar bajo un sol abrasador,Para engendrar mi vida y para darme el alma;Mas no seré contigo ingrato o criminal.Disfruto de un placer inmenso cuando caigoEn la boca del hombre al que agota el trabajo,y su cálido pecho es dulce sepulturaQue me complace más que mis frescas bodegas.¿Escuchas resonar los cantos del domingoy gorjear la esperanza de mi jadeante seno?De codos en la mesa y con desnudos brazosCantarás mis loores y feliz te hallarás;Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;Devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,Siendo para ese frágil atleta de la vida,El aceite que pule del luchador los músculos.Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,Raro grano que arroja el sembrador eterno,Porque de nuestro amor nazca la poesíaQue hacia Dios se alzará como una rara flor!»
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126. EL VINO DEL SOLITARIOLa singular mirada de una mujer galanteQue llega hasta nosotros como la blanca luzQue enviara la luna al lago temblorosoCuando quiere bañar su indolente belleza;Los últimos escudos que tiene un jugador;Un beso lujurioso de la flaca Adelina;Los ecos de una música cálida y enervanteComo el grito lejano del humano sufrir,No vale todo ello, oh botella profunda,El penetrante bálsamo que tu fecundo vientreOfrece al corazón del poeta abrumado;Tú le dispensas vida, juventud y esperanza-Y orgullo, esa defensa frente a toda miseriaQue nos vuelve triunfales y a dioses semejantes.
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127. EL VINO DE LOS AMANTES¡Hoy el espacio es fabuloso!Sin freno, espuelas o brida,Partamos a lomos del vino¡A un cielo divino y mágico!Cual dos torturados ángelesPor calentura implacable,En el cristal matutinoSigamos el espejismo.Meciéndonos sobre el alaDe la inteligente trombaEn un delirio común,Hermana, que nadas próxima,Huiremos sin descansoAl paraíso de mis sueños.


De "Flores del mal":
128. LA DESTRUCCIÓNA mi lado sin tregua el Demonio se agita;En torno de mi flota como un aire impalpable;Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmonesDe un deseo llenándolos culpable e infinito.Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,De la más seductora mujer las apariencias,y acudiendo a especiosos pretextos de adulónMis labios acostumbra a filtros depravados.Lejos de la mirada de Dios así me lleva,Jadeante y deshecho por la fatiga, al centroDe las hondas y solas planicies del Hastío,Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!
* * * * *
130. LA PLEGARIA DE UN PAGANONo dejes morir tus llamas;Caldea mi sordo corazón,¡Voluptuosidad, cruel tormento!Diva! supplicem exaudî!Diosa en el aire difundida,Llama de nuestro subterráneo,Escucha a un alma consumidaQue alza hacia ti su férreo canto,¡Voluptuosidad, sé mi reina!Toma máscara de sirenaHecha de carne y de brocado,O viérteme tus hondos sueñosEn el licor informe y místico,¡Voluptuosidad, fantasma elástico!
* * * * *
133. MUJERES CONDENADASComo bestias inmóviles tumbadas en la arena,Vuelven sus ojos hacia el marino horizonte,Y sus pies que se buscan y sus manos unidas,Tienen desmayos dulces y temblores amargos.Las unas, corazones que aman las confidenciasEn el fondo del bosque donde el arroyo canta,Deletrean el amor de su pubertad tímidaY marcan en el tronco a los árboles tiernos;Las otras, como hermanas, andan graves y lentas,A través de las peñas llenas de apariciones,Donde vio san Antonio surgir como la lavaAquellas tentaciones con los senos desnudos;Y las hay, que a la luz de goteantes resinas,En el hueco ya mudo de los antros paganos,Te llaman en auxilio de su aulladora fiebre.¡Oh Baco, que adormeces todas las inquietudes!Y otras, cuyas gargantas lucen escapularios,Que, un látigo ocultando bajo sus largas ropas,Mezclan en las umbrías y solitarias noches,La espuma del placer al llanto del suplicio.Oh vírgenes, oh monstruos, oh demonios, oh mártires,De toda realidad desdeñosos espíritus,Ansiosas de infinito, devotas, satiresas,Ya crispadas de gritos, ya deshechas en llanto.
Vosotras, a quien mi alma persiguió en tal infierno,¡Hermanas mías!, os amo y os tengo compasión,Por vuestras penas sordas, vuestra insaciable sedy las urnas de amor que vuestro pecho encierra.
* * * * *
134. LAS DOS BUENAS HERMANASLibertinaje y Muerte, son dos buenas muchachas,Pródigas de sus besos y ricas en saludCuyo virginal flanco, que los harapos cubren,Bajo la eterna siembra jamás fructificó.Al poeta siniestro, tara de las familias,Valido del infierno, cortesano sin paga,Entre sus recovecos, muestran tumba y burdel,Un lecho que jamás la inquietud frecuentóY la caja y la alcoba, en fecundas blasfemias,Por turno nos ofrecen, como buenas hermanas,Placeres espantosos y dulzuras horrendas.Licencia inmunda ¿cuándo por fin me enterrarás?¿Cuándo llegarás, Muerte, su émula fascinante,A injertar tus cipreses en sus mirtos infectos?
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136. ALEGORÍA
Es una mujer bella y de espléndido porte,Que en el vino arrastrar deja su cabellera.Las garras del amor, los venenos del antro,Resbalan sin calar en su piel de granito.Se chancea de la muerte y del Libertinaje:Los monstruos, cuya mano desgarradora y áspera,Ha respetado siempre, en sus juegos fatales,La ruda majestad de ese cuerpo arrogante.Camina como diosa, posa como sultana;Una fe mahometana deposita en el gocey con abiertos brazos que los senos resaltan,Con la mirada invita a la raza mortal.Cree o, mejor aún, sabe, esta infecunda virgen,Necesaria, no obstante, en la marcha del mundo,Que la hermosura física es un sublime donQue de toda ignominia sabe obtener clemencia.Tanto como el Infierno, el Purgatorio ignora,Y cuando llegue la hora de internarse en la Noche,Contemplará de frente el rostro de la Muerte,Como un recién nacido -sin odio ni pesar.
* * * * *
137. LA BEATRIZEn cenicientas tierras, sin verdor, calcinadas,Como yo me quejase a la Naturaleza,Y el puñal de mi mente, caminando al azar,Fuese afilando lento sobre mi corazón,Una gran nube oscura, de un temporal surgida,Que albergaba una tropa de viciosos demonios,Semejantes a enanos furiosos y crueles.Se volvieron entonces fríamente a mirarme,Y, como viandantes que se asombran de un loco,Los escuché entre sí reír y cuchichearIntercambiando señas y guiños expresivos:
-«Contemplemos a gusto a esta caricatura,A esta sombra de Hamlet que su postura imita,Los cabellos al viento, la indecisa mirada.¿No es en verdad penoso ver a tal vividor,A este pillo, a este vago, a este histrión perezoso,Que, porque representa con arte su papel,Pretende interesar, cantando sus pesares,Al águila y al grillo, al arroyo y las flores,E inclusive a nosotros, autores de esas rúbricas,A voces nos recita sus públicas tiradas?»Hubiera yo podido (alto como los montesEs mi orgullo y domina a diablos y nublados)Apartar simplemente mi soberana testa,Si no hubiera atisbado entre la sucia tropa,¡Y este crimen no hizo tambalearse al sol!A la reina de mi alma de mirada sin par,Que con ellos reía de mi sombría aflicción,Haciéndoles, de paso, una obscena caricia.
* * * * *
138. LA METAMORFOSIS DEL VAMPIROLa mujer, entre tanto, de su boca de fresaRetorciéndose como una sierpe entre brasasY amasando sus senos sobre el duro corsé,Decía estas palabras impregnadas de almizcle:«Son húmedos mis labios y la ciencia conozcoDe perder en el fondo de un lecho la conciencia,Seco todas las lágrimas en mis senos triunfales.Y hago reír a los viejos con infantiles risas.Para quien me contempla desvelada y desnudaReemplazo al sol, la luna, al cielo y las estrellas.Yo soy, mi caro sabio, tan docta en los deleites,Cuando sofoco a un hombre en mis brazos temidosO cuando a los mordiscos abandono mi busto,Tímida y libertina y frágil y robusta,Que en esos cobertores que de emoción se rinden,Impotentes los ángeles se perdieran por mí.»Cuando hubo succionado de mis huesos la médulay muy lánguidamente me volvía hacia ellaA fin de devolverle un beso, sólo viRebosante de pus, un odre pegajoso.Yo cerré los dos ojos con helado terrory cuando quise abrirlos a aquella claridad,A mi lado, en lugar del fuerte maniquíQue parecía haber hecho provisión de mi sangre,En confusión chocaban pedazos de esqueletoDe los cuales se alzaban chirridos de veletaO de cartel, al cabo de un vástago de hierro,Que balancea el viento en las noches de invierno.
* * * * *
140. EL AMOR Y EL CRÁNEOViñeta antiguaSe sienta el Amor en el cráneo De la Humanidad,Y sobre tal solio el profano, Con risa procaz,Sopla alegremente redondas burbujas, Que en el aire suben,Como para juntarse a los mundos Al fondo del Éter.El globo luminoso y frágil En un amplio vuelo,Revienta y escupe su alma pequeña Como un áureo sueño.Y oigo al cráneo, a cada burbuja, Rogar y gemir:-«Este fuego feroz y ridículo, ¿Cuándo acabará?Pues lo que tu boca cruel Esparce en el aire,Monstruo asesino, es mi cerebro, ¡Mi sangre y mi carne!»

De "La muerte":
144. LA MUERTE DE LOS AMANTESPoseeremos lechos colmados de aromasY, como sepulcros, divanes hondísimosE insólitas flores sobre las consolasQue estallaron, nuestras, en cielos más cálidos.Avivando al límite postreros ardoresSerán dos antorchas ambos corazonesQue, indistintas luces, se reflejaránEn nuestras dos almas, un día gemelas.Y, en fin, una tarde rosa y azul místico,Intercambiaremos un solo relámpagoIgual a un sollozo grávido de adioses.Y más tarde, un Ángel, entreabriendo puertasVendrá a reanimar, fiel y jubiloso,Los turbios espejos y las muertas llamas.
* * * * *
146. LA MUERTE DE LOS ARTISTAS¿Cuánto mis cascabeles tendré que sacudirY besarte la frente, triste caricatura?Para dar en el blanco, de mística virtud,Mi carcaj, ¿cuántas flechas habrá de malgastar?En fintas sutilísimas nuestra alma gastaremos,Y más de un bastidor hemos de destruir,Antes de contemplar la acabada CriaturaCuyo infernal deseo nos colma de sollozos.Hay algunos que nunca conocieron a su ídolo,Escultores malditos que el oprobio marcó,Que se golpean con saña en el pecho y la frente,
Sin más que una esperanza, !Capitolio sombrío!Que la Muerte, cerniéndose como sol renovado,Logrará, al fin, que estallen las flores de su mente.
* * * * *147. EL FIN DE LA JORNADABajo una pálida luzCorre, danza y se retuerceLa Vida, impura y gritona.Tan pronto como a los cielosLa gozosa noche asciendeY todo, hasta el hambre calma,Ocultando la vergüenzaSe dice el Poeta: «¡Al fin!
Mis vértebras, como mi alma,Codician dulce reposo;De fúnebres sueños llenoLa espalda reclinaréY rodaré entre tus velos,¡Oh refrescante tiniebla!»
* * * * *
148. SUEÑO DE UN CURIOSO a F. N.
Conoces, tal mi caso, ese dolor sabroso,Y de ti haces que digan: «¡Qué ser tan singular!»-Iba a morir. Y había en mi alma amorosa,Deseo mezclado a horror, un raro sufrimiento;
Angustia y esperanza, sin humor encontrado.Mientras más se vaciaba la arena ineluctable,Más deliciosa y áspera resultó mi tortura;Se desgajaba mi alma del mundo familiar.Y era como ese niño, ávido de espectáculos,Que odia el telón igual que se odia una barrera.Hasta que, al fin, la fría verdad se desveló:Sin sentirlo, había muerto, y la terrible auroraMe circundaba. -¡Cómo! ¿No es más que esto, al fin?El telón se había alzado y yo aguardaba aún.
* * * * *
150. EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO
Lector apacible y bucólico,Ingenuo y sobrio hombre de bien,Tira este libro saturniano,Melancólico y orgiástico.
Si no cursaste tu retóricaCon Satán, el decano astuto,¡Tíralo! nada entenderásO me juzgarás histérico.Mas si de hechizos a salvo,Tu mirar tienta el abismo,Léeme y sabrás amarme;Alma curiosa que padecesY en pos vas de tu paraíso,¡Compadéceme!... ¡O te maldigo!
* * * * *
152. PROYECTO DE EPÍLOGOPara la segunda ecición de "Las flores del mal"Tranquilo como un sabio, manso como un maldito, dije:Te amo, oh mi beldad, oh encantadora mía...Cuántas veces...Tus orgías sin sed, tus amores sin alma,Tu gusto de infinitoQue en todo, hasta en el mal, se proclama,Tus bombas, tus puñales, tus victorias, tus fiestas,Tus barrios melancólicos,Tus suntuosos hoteles,Tus jardines colmados de intrigas y suspiros,Tus templos vomitando musicales plegarias,Tus pueriles rabietas, tus juegos de vieja loca, Tus desalientos;Tus fuegos de artificio, erupciones de gozo,Que hacen reír al cielo, tenebroso y callado.Tu venerable vicio, que en la seda se ostenta,Y tu virtud risible, de mirada infelizY dulce, extasiándose en el lujo que muestra... Tus principios salvados, tus vulnerables leyes,Tus altos monumentos donde la bruma pende,Tus torres de metal que el sol hace brillar,Tus reinas de teatro de encantadoras voces,Tus toques de rebato, tu cañón que ensordece,Tus empedrados mágicos que alzan las fortalezas,
Tus parvos oradores de barrocas maneras,Predicando el amor, y tus alcantarillas, pletóricas de sangre,En el Infierno hundiéndose como los Orinocos.Tus bufones, tus ángeles, nuevos en su oropel.Ángeles revestidos de oro, jacinto y púrpura,Sed testigos, vosotros, que cumplí mi deberComo un perfecto químico, como un alma devota.Porque de cada cosa la quintaesencia extraje,Tú me diste tu barro y en oro lo troqué.


BRIBES:
Nota del traductor: MigajasLos fragmentos siguientes, fueron publicados por primera vez por Yves-Gerard le Dantec, en «Le Figaro» del 28-2- 31, a partir de una copia defectuosa obtenida por Féli Gautier. En 1934, tomando como base el manuscrito original, se insertaron de nuevo en un «Cahier Jacques-Doucet». Tal manuscrito se encuentra, en efecto, en los fondos Doucet de la Bibliothèque Sainte-Genevieve, encartado en un ejemplar del tomo I de «Obras Completas», que perteneció a Nadar.Y.-G.le Dantec, señaló que cuatro títulos de entre los comprendidos estas «Migajas» ( término escogido por el propio Baudelaire ), se hallan en una lista tachada de poemas, destinados a la segunda edición de «Las flores del mal», la cual figuraba al dorso del manuscrito del poema«Sisina» :El Heautontimoroumenos -Dorotea -Spleen -Siete -¡Trinquemos, Satán! -Ni remordimientos, ni recuerdos -El mantenedor -La mujer salvaje -Condenación -El glotón -Orgullo -La cabellera (realizado) -El albatros (realizado) -Una pieza con versos recurrentes o estribillo cambiado.
* * * * *
153. ORGULLO
Ángeles de oro vestidos, de púrpura y de jacinto.El genio y el amor son fáciles deberes.Amasé sólo barro y de él extraje oroLlevaba en la mirada el brío del corazón.En París, su desierto, viviendo a la intemperie,Fuerte como una bestia y libre como un Dios.
* * * * *154. EL GLOTÓNRumiando, yo me burlo de la gente famélica. Como un obús reventaría, Si no absorbiese como un chancro,Su mirada no era tímida ni indolente,Exhalaba, más bien, alguna ávida cosa,Y, como su nariz, expresaba la fiebreDe artista ante la obra surgida de sus dedos.Tu juventud estará más llena de tormentasQue este estío de pupilas llenas de resplandor,Que sobre nuestras frentes se retuerce abrasado,
Y, exhalando en la noche sus febriles alientos,Logra que de sus cuerpos se prenden las doncellas, Y enfrente del espejo, ¡oh estériles deleites! Admiren la sazón de su virginidad,Más veo en esos ojos, cargados de tormentas,Que no está hecha tu alma para las dulces fiestas,Y que belleza tal, sombría como el hierro,Es de aquellas que forjan y pulen los Infiernos,Para un día oficiar espantosas lujuriasY contristar el alma de humildes criaturas.Con su peso aplastando un enorme almohadónUn cuerpo allí lucía con un sopor muy dulce,Y su sueño, adornado de una feliz sonrisa... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...El surco de su espalda que estremecía el deseo.El aire estaba ungido de furor amoroso;Los insectos volaban a la lámpara, el vientoPermanecía inmóvil en torno a las cortinas.Era una noche cálida, un baño juvenil.Gran ángel, que llevais sobre la fiera fazLo sombrío del Infierno, desde donde ascendisteis;Domador dulce y fiero que me habéis enjaulado,Para recreación de vuestra crueldad,Pesadilla nocturna, sirena sin corsé,Que me arrastrais, maligna, siempre de pie a mi lado,Por mi sayal de santo o mi barba de sabio,Para darme el veneno de un descarado amor...... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
* * * * *
155. CONDENACIÓN
El banco inextricable y duro,El arduo pasadizo, el voraz maëlstrom , Menos arena arrastran y menos broza impuraQue nuestros corazones, donde se mira el cielo;Son como promontorios en el aire sereno,Donde el faro destella, centinela benéfico,Pero abajo minados por corrosivas lapas;Podríamos compararlos todavía al albergue,Del hambriento esperanza, donde golpean de noche,Jurando, heridos, rotos, solicitando asilo,Prelados y estudiantes, rameras y soldados.Nunca regresaran a las sucias alcobas;Guerra, ciencia y amor, nada nos necesita.El atrio estaba helado, infectos vino y lecho;¡Hay que servir de hinojos a visitantes tales!
maëlostrom: remolino y sima marítima que intermitentemente se forman en las costas de Noruega

Tres poemas de "Los despojos":
156. SOBRE «EL TASSO EN PRISION»En su celda, el poeta, harapiento y enfermo,Teniendo un manuscrito bajo su pie convulso,Contempla con mirada inundada de pánicoLa escalera de vértigo donde su alma se abisma.Las risas enervantes que pueblan la prisión,Arrastran su razón a lo absurdo y lo extraño;La Duda lo rodea y el ridículo Miedo,Odioso y multiforme, circula en torno de él.Este genio encerrado en un antro malsano,Esas muecas y gritos, espectros cuyo enjambreAmotinado gira detrás de sus oídos,El soñador a quien el horror despertara,Tal es tu emblema, Alma de tenebrosos sueños,Que ahoga la Realidad entre sus cuatro muros.
* * * * *157. A THEODORE DE BANVILLEDe la Diosa empuñasteis la espesa cabellera,Con vigor tal, que todos os hubieran tomado,Al ver ese aire altivo y ese hermoso abandonoPor un joven rufián que golpease a su amante.
La mirada incendiada por un fuego precoz,Vuestro orgullo de artífice sin pudor exhibisteis,En esas construcciones, cuya audacia correcta,Anticipa los frutos de vuestra madurez.Poeta, nuestra sangre por cada poro escapa.¿Tal vez por un azar, la veste del Centauro,Que cada vena en fúnebre arroyo transformó,Fue tres veces teñida en las sutiles lavas,De aquellos monstruosos reptiles vengativos,Que Hércules en su cuna un día estrangulara?
* * * * *158. PUESTA DE SOL ROMÁNTICAQué hermoso el sol parece cuando fresco se eleva,Dando los buenos días como en una explosión-Feliz aquel que puede, por el amor transido,Saludar al poniente, más glorioso que un sueño.¡Lo recuerdo!... Yo he visto todo, flor, surco, fuente,Caer bajo su mirada como un corazón vivo...-Pronto, pronto, ya es tarde, vamos al horizontePara atrapar al menos algún oblicuo rayo.Pero persigo en vano al Dios que se retira;La irresistible Noche establece su imperio,Negro, húmedo, funesto, roto de escalofríos;
Un olor a sepulcro en las tinieblas boga,Y mi pie temeroso roza, junto al pantano,Sapos inesperados y babosas heladas.
Versi0nes de Antonio Martínez Sarrión


CONVERSACIÓN
¡Eres un bello cielo de otoño, claro y rosa!Pero en mí, la tristeza asciende como el mar,Y en su reflujo deja en mis cansados labios,El punzante recuerdo de sus limos amargos.
-Se desliza tu mano por mi agotado pecho;Lo que ella en vano busca, es un hueco asoladoPor las feroces garras que esconde la mujer.Mi corazón no busques, fue pasto de las fieras.
Ahora es como un palacio saqueado por las turbas,Donde beben, se matan, se arrancan los cabellos.-Flota un perfume en torno de tu desnudo cuello!...
¡Tú lo quieres, Belleza, flagelo de las almas!Con tus ojos de fuego, como fiestas lujosas,¡Calcina esos despojos que evitaron las fieras!
Versión de Antonio Martínez Sarrión


Traducciones de otros autores:

A LA QUE PASALa avenida estridente en torno de mí aullaba. Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa, pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa Casi apartó las puntas del velo que llevaba. Ágil y ennoblecida por sus piernas de diosa, Me hizo beber crispado, en un gesto demente, En sus ojos el cielo y el huracán latente; El dulzor que fascina y el placer que destroza. Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza, Por tu brusca mirada me siento renacido. ¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido? ¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza. Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías. Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías. Versión de José Emilio Pacheco


ALEGORÍA
Ésta es una mujer de rotunda caderaque permite en el vino mojar su cabellera.Las garras del amor , las mismas del granito.Se ríe de la muerte y la depravación,y, a pesar de su fuerte poder de destrucción,las dos han respetado hasta ahora, en verdad,de su cuerpo alto y firme la altiva majestad.
Anda como una diosa y tiende sultana, siente por el placer fe mahometana.Y cuando abre los brazos, sus pechos soberanosdemanda la mirada de todos los humanos.Ella sabe, ella sabe, ¡oh doncella infecunda!,necesaria, no obstante a la caterva inmunda,que la beldad del cuerpo es un sublime donque de cualquier infamia asegura el perdón.
Ella ignora el infierno y purgatorio ignora,y mirará por eso, cuando le llegue la hora, la cara de la muerte en un tan duro momento,como un niño: sin odio sin remordimiento.
Versión de María Fasce



EL BALCÓN¡Madre de los recuerdos! ¡Reina de los amantes!Eres todo mi gozo, ¡todo mi yugo eres!En ti revivirán los íntimos instantesy el sabor del hogar en los atardeceres,Madre de los recuerdos, ¡Reina de los Amantes!Las noches que doraba la crepitante lumbre,las noches del balcón entre un vaho de rosas,cuán dulce tu regazo, de ardiente mansedumbrey el frecuente decirnos inolvidables cosasen noches que doraba la crepitante lumbre.¡Oh cuán bellos los soles de las tibias veladas!¡Qué profundo el espacio! ¡Qué cordial poderío¡Inclinado hacia ti, Reina de las amadas,respiraba el perfume de tu cuerpo bravío.Oh cuán bellos los soles de las tibias veladas.En redor espesaba la noche su negruray entre ella adivinaban mis ojos tus pupilas,yo libaba tu aliento. ¡Oh veneno! ¡Oh dulzura!Y tus pies dormitaban en mis manos tranquilas,y en redor espesaba la noche su negrura.¡Es de artistas fijar los minutos del gozoremirando el ayer sumido en tus rodillas!¿A qué vano buscar encanto langoroso,de tu cuerpo y tu alma sino en las maravillas?Es de artistas fijar los minutos del gozo.Juramentos, aromas, besos innumerables:renacerán del vórtice vedado a nuestras sondascomo soles que suben a cielos inefablesdespués de sumergidos en las amargas ondas?¡Oh aromas, juramentos! ¡Oh besos incontables!Versión de Carlos López Narváez

EL ENEMIGOMi juventud no fue sino oscura tormentaque rara vez el Sol cortó con luz brillante,trueno y lluvia ejercieron tan repetida afrentaque en mi jardín no existen los frutos incitantes.Yo que toqué el otoño del pensamiento azadastendré que usar, rastrillos y palas poderosas,para juntar de nuevo las tierras inundadasdonde los agujeros son grandes como fosas. Quién sabe si las nuevas flores que yo he soñadoencontrarán en este territorio lavadoel místico alimento que las vaya elevando!
Oh dolor de dolor! Corre el tiempo, la vida,y el oscuro enemigo que nos va desangrandocrece y se fortifica con la sangre perdida!Versión de Pablo Neruda


EL EXTRANJERO-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.-¿A tus amigos?-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.-¿A tu patria?-Ignoro en qué latitud está situada.-¿A la belleza?-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.-¿Al oro?-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?-Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes maravillosas!


EL GUSTO DE LA NADA ¡Triste espíritu, antaño amante de la lucha,la Esperanza, cuya espuela excitaba tu ardor,no quiere ya montarte! Échate sin pudor,viejo caballo cuyas patas tropiezan en todos los obstáculos.Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.¡Espíritu vencido, extenuado! Para ti, viejo merodeador,el amor no tiene ya sabor, ni tampoco la lucha;¡adiós, pues, cantos del metal y suspiros de la flauta!,¡placeres, no tentéis ya a un corazón sombrío y gruñón!¡La adorable Primavera ha perdido su olor! Y el Tiempo me devora minuto tras minuto,como la nieve inmensa a un cuerpo afectado por la rigidez;contemplo desde lo alto el globo de su redondez,y ya no busco en él el abrigo de una choza.Alud, ¿quieres arrastrarme en tu caída?


EL PERFUMELector: -¿Alguna vez, por suerte has respiradocon morosa embriaguez, con avidez golosael incienso que invade la nave silenciosa,o el pomo que de ámbar un tiempo fue colmado?¡Oh mágico, profundo portento alucinado,presencia revivida de evocación brumosa,cuando sobre su cuerpo puedo aspirar la rosade la sepulta imagen, del recuerdo adorado!Selváticos efluvios se propagan al vuelodel espeso y elástico madejón de su pelo,como un incensario que sahuma la alcoba.Y de las muselinas y el terciopelo oscurode los trajes, de todo, fluye, en hálito puro,negro aroma gemelo del lecho de caoba.
Versión de: Carlos López Narváez


EL RELOJLos chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Cierto día, un misionero que se paseaba por un arrabal de Nankin advirtió que se le había olvidado el reloj, y le preguntó a un chiquillo qué hora era.El chicuelo del Celeste Imperio vaciló al pronto; luego, volviendo sobre sí, contestó: «Voy a decírselo.» Pocos instantes después presentose de nuevo, trayendo un gatazo, y mirándole, como suele decirse, a lo blanco de los ojos, afirmó, sin titubear: «Todavía no son las doce en punto.» Y así era en verdad.Yo, si me inclino hacia la hermosa felina, la bien nombrada, que es a un tiempo mismo honor de su sexo, orgullo de mi corazón y perfume de mi espíritu, ya sea de noche, ya de día, en luz o en sombra opaca, en el fondo de sus ojos adorables veo siempre con claridad la hora, siempre la misma, una hora vasta, solemne, grande como el espacio, sin división de minutos ni segundos, una hora inmóvil que no está marcada en los relojes, y es, sin embargo, leve como un suspiro, rápida como una ojeada.Si algún importuno viniera a molestarme mientras la mirada mía reposa en tan deliciosa esfera; si algún genio malo e intolerante, si algún Demonio del contratiempo viniese a decirme: «¿Qué miras con tal cuidado? ¿Qué buscas en los ojos de esa criatura? ¿Ves en ellos la hora, mortal pródigo y holgazán?» Yo, sin vacilar, contestaría: «Sí; veo en ellos la hora. ¡Es la Eternidad!»¿Verdad, señora, que éste es un madrigal ciertamente meritorio y tan enfático como vos misma? Por de contado, tanto placer tuve en bordar esta galantería presuntuosa, que nada, en cambio, he de pediros.


EL VAMPIROTú que, como una cuchillada;Entraste en mi dolorido corazón.Tú que, como un repugnante tropelDe demonios, viniste loca y adornada,Para hacer de mi espíritu humilladoTu lecho y tu dominio.¡Infame!, a quien estoy ligadoComo el forzado a su cadena,Como al juego el jugador empedernido,Como el borracho a la botella,Como a la carroña los gusanos.-¡Maldita, maldita seas tú!Supliqué a la rápida espadaQue conquistara mi libertadY supliqué al pérfido venenoQue sacudiera mi ruindad.¡Ay! el veneno y la espada.Me desdeñaron diciéndome:.-No eres digno de que se te libereDe tu esclavitud maldita.-¡Imbécil! -Si de su dominioTe libraron nuestros esfuerzos,Tus besos resucitaríanEl cadáver de tu vampiro.
Versión de María Fasce


EL VINO DE LOS AMANTES¡Hoy es espléndido el espacio!Sin freno, ni espuelas, ni brida,Partamos a lomos del vinoHacia un cielo divino y mágico.Cual dos ángeles torturadosPor implacable calenturaEn el cristal azul del albaSigamos tras el espejismo.Balanceándonos sobre el alaDel torbellino inteligente,En un delirio paralelo,Hermana, navegando juntos,Huiremos sin reposo o treguaAl paraíso de mis sueños.

El «YO PECADOR» DEL ARTISTA¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento,de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sinargucias, sin silogismos, sin deducciones.Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad.La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame! ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.


EMBRIÁGUENSEHay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán: “¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.


INVITACIÓN AL VIAJE Mi hermana, mi ser, sueña en el placerde juntar las vidas en tierra distante; y en un lento amar, amando expiraren aquel país a Ti semejante. Los húmedos soles de sus arrebolesmi alma conturban con el mismo encanto de tus agoreros ojos traicioneroscuando resplandecen a través del llanto. Allá todo es rítmico, hermoso y sereno esplendor voluptuoso. Pulieron los años suntuosos escañosque serán la muelle pompa de la estancia donde los olores de exóticas floresvagan entre 'una ambarina fragancia. La rica techumbre, la ilímite lumbreque dan los espejos con magia oriental, hablaran con voces de incógnitos gocesal alma en su dulce lenguaje natal. Allá todo es rítmico, hermoso y sereno esplendor voluptuoso. Mira en las orillas las dormidas quillasde innúmera ruta, de sino errabundo: siervas de tu anhelo, su marino vuelotendieron de todos los puertos del mundo. Ponentinos lampos revisten los campos,la senda, la orilla. Cárdeno capuz de oro y jacinto, por el orbe extintodifunde la tarde su cálida luz. Allá todo es rítmico, hermoso y sereno esplendor voluptuoso.
Versión de Carlos López Narváez


LA BELLEZA
Yo soy bella, ¡oh mortales! , como un sueño de piedra.Mi seno -donde el hombre se desangra y expira-Mudo, infinito amor al poeta le inspira,Coronada de rosas lo mismo que de yedra.Campea en el azul -esfinge impenetrable-:Bajo alburas de cisne llevo un alma de nieve;Odio los movimientos que las líneas remueve;Lo mismo ignoro el llanto que la risa inefable.Los poetas, absortos frente a mis actitudes -Que asumidas parecen de altivas magnitudes-Consumirán sus días sondando las edades;Que tengo para embrujo de amadores tan fieles,-Espejos que trasmutan las guijas en joyeles-Mis ojos, grandes ojos, de eternas claridades.
Versión de Carlos López Narváez


LA DESESPERACIÓN DE LA ANCIANALa viejecilla arrugada sentíase llena de regocijo al ver a la linda criatura festejada por todos, a quien todos querían agradar; aquel lindo ser tan frágil como ella, viejecita, y como ella también sin dientes ni cabellos.Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables.Pero el niño, espantado, forcejeaba al acariciarlo la pobre mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos.Entonces la viejecilla se retiró a su soledad eterna, y lloraba en un rincón, diciendo: «¡Ay! Ya pasó para nosotras, hembras viejas, desventuradas, el tiempo de agradar aun a los inocentes; ¡y hasta causamos horror a los niños pequeños cuando vamos a darles cariño!»


LA DESTRUCCIÓN
El demonio a mi lado acecha en tentaciones; como un aire impalpable lo siento en torno mío; lo respiro, lo siento quemando mis pulmones de un culpable deseo con que, en vano, porfío.
Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte, de la más seductora de todas las mujeres; con pretextos y antojos que no hecho a mala parteacostumbra mis labios a nefandos placeres.
Cada vez más, me aleja de la dulce mirada de Dios, dejando mi alma jadeante, fatigada en medio de las negras llanuras del hastío.
Y pone ante mis ojos llenos de confesiones, heridas entreabiertas, espantosas visiones... la destrucción preside este corazón mío.
Versión de María Fasce


LA ESTÉRILCon su veste ondulante, de visos nacarados-aún cuando camina parece que danzara-cual ágiles serpientes que en la mágica varay en cadencias concitan los juglares sagrados;Como la arena fosca y el azul inclemente-una y otro impasibles ante el dolor humano;como la red sin fondo del artero océano,va desplegando Ella su mirar indolente.Tersos, fingen sus ojos un metal agorero-amalgama de oro, gemas, lampos de acero-suma del ángel puro y la esfinge profunda,y en su naturaleza simbólica y extrañaesplende para siempre, con su inútil entraña,la fría majestad de la hembra infecunda.
Versión de Carlos López Narváez


LA FUENTE DE SANGRE
Creo sentir, a veces que mi sangre en torrente se me escapa en sollozos lo mismo que una fuente.Oigo perfectamente su queja dolorida,pero me palpo en vano para encontrar la herida.Corre como si fuera regando un descampado, y en curiosos islotes convierte el empedrado, apagando la sed que hay en toda criaturay tiñendo doquiera de rojo la Natura.
A menudo también del vino he demandado que aplaque por un día mi terror. ¡Pero el vinotorna el mirar más claro y el oído más fino.Tampoco en el amor el olvido he encontrado:ha sido para mí un lecho de alfileres, hecho para saciar la sed de las mujeres.
Versión de Eduardo Ritter


LA PIPA
Soy la pipa de un escritor:dice bien claro mi pergeñode cafre, que tengo por dueñoun refinado fumador.Al agobio de su laborse agita mi flabel risueñoigual que el penacho hogareñoa la vuelta del labrador.Mecer su corazón yo gustoen el móvil azul arbustonacido en mi boca de fuego.Y extiendo con mi beso ardientesobre su espíritu dolienteunción de encanto y de sosiego.Versión de Carlos López Narváez


LA SERPIENTE QUE DANZA ¡Cuánto gozo al mirar, dulce indolente, Tu corpóreo esplendorComo si fueran seda iridiscente Tu piel y su fulgor.Y sobre tu profunda cabelleraDe un ácido aromar -Cual un mar errabundo, sin ribera, En azul ondular;Como bajel que despertó del sueño Al viento matinal,Lanzo mi alma en soñador empeño Hacia el piélago astral.En tu mirada que nada revela De dulzura ni hiel,Mezcla de oro y hierro se congela Para el doble joyel.Mirando la cadencia con que avanzas Bella de lasitud,Dijéranse las serpentinas danzas Al ritmo del laúd.Agobiada de un fardo de molicie Tu cabeza infantilSe balancea como en la planicie Una leona febril.Y tu cuerpo se inclina y se distiende Como un ebrio bajel,Y va de borda en borda mientras hiende Las aguas su proel.Cual la onda engrosada por las fuentes Del rugidor glaciar ,Cuando asoman al filo de tus dientes Espuma y pleamar,Creo beber un vino -sangre y llama, Sima y elevación-,Un vino que me inunda, que me inflama De astros el corazón.
Versión de Carlos López Narváez


64. MADRIGAL TRISTE¿Qué me importa que seas casta? Sé bella y triste.Las lágrimas aumentan de tu faz el encanto.Reverdece el paisaje de la fuente al quebranto;la tormenta a las flores de frescura reviste.Eres más la que amo si la melancolíaconsterna tu mirada; si en lago de negruratu corazón naufraga; si el ayer su pavuratiende sobre tus horas como nube sombría.Eres la Bien-Amada si tu pupila vierte-tibia como la sangre- su raudal; si aunque blandami caricia te arrulle, lenta y ruda se agrandatu angustia con el trémulo presagio de la muerte.¡Oh voluptuosidades profundas y divinas!¡Salmo de los deleites entonado en sollozos!Tus ojos, como perlas, son fuegos misteriososcon que las interiores penumbras iluminas.Tu corazón es fragua; la pasión insepultacomo ascua inextinta, dispersa su destello;y bajo la celeste blancura de tu cuelloun poco de satánica rebeldía se oculta.Pero en tanto, Adorada, que no pueblen tus sueñospesadillas sin término, reflejos avernales,y en lívidas visiones de azufre mil puñalestajen tu carne ebria de filtros y beleños,y a todas las quimeras pávida esclavizadael augurio funesto mires a cada paso,y convulsa te acojas al letárgico abrazodel tedio irresistible que anuncia la alborada.Tú no podrás, -oh sierva que me impones tu leyy a tu amor me encadenas perversa y temblorosa,decirme desde el antro de la noche morbosa,con el alma en un grito: Yo soy tú mismo, ¡oh Rey!
Versión de Carlos López Narváez


RECOGIMIENTOCálmate, dolor mío, y tu angustia serena. Anhelabas la noche. Ya desciende. Aquí está. Una atmósfera oscura cubre a París. Traerá a unos cuantos la paz, a otros muchos la pena. Mientras la muchedumbre que se rinde al placer ­Su verdugo inclemente­ por las calles anhela Cazar remordimientos bajo la fiesta en vela, Tú, dolor, ven a mí. Dame la mano al ver Que es posible escaparse de los ya muertos años Con sus antiguos trajes en el balcón celeste. Ya brotan, como salen del mar, los desengaños, Cuando el sol, bajo un arco, se muere en lontananza. Ahora, tal un sudario que desciende del este. Observa, mi dolor: la inmensa noche avanza. Versión de José Emilio Pacheco


REMORDIMIENTO PÓSTUMOCuando duermas por siempre, mi amada Tenebrosa, tendida bajo el mármol de negro monumentoy por tibia morada y por solo aposentotengas, no más, el antro húmedo de la fosa;Cuando oprima la piedra tu carne temblorosa,y le robe a tus flancos su dulce rendimiento,acallará por siempre tu corazón violento,detendrá para siempre tu andanza vagarosa.La tumba, confidente de mi anhelo infinito(compasivo refugio del poeta maldito)a tu insomnio sin alba dirá con gritos vanos:"Cortesana imperfecta -¿de qué puede valertedenegarle a la Vida lo que hoy llora la muerte"?Mientras -¡pesar tardío!- te roen los gusanos.
Versión de Carlos López Narváez


73. SONETO DE OTOÑO
Me preguntan tus ojos, claros como el cristal, para ti, extraño amante, ¿cuál es mi atractivo?-¡Sé encantadora y cállate! Mi corazón, al que todo irrita excepto el candor del animal primitivo, no quiere descubrirte su secreto infernal.Berceuse cuya mano al dulce sueño invita,ni su negra leyenda escrita con llamas.¡Odio la pasión y el ingenio me duele!Amémonos con dulzura. El amor en su garita,tenebroso, emboscado, blande su arco cruel.Conozco las armas de su perfecto arsenal.¡Crimen, horror y locura! ¡Oh, pálida margarita!¿Acaso, como yo, no eres tú un sueño otoñal,también tú, mi tan fría y pálida Margarita?
Versión de María Fasce

TE ADORO IGUAL
Te adoro igual que a la bóveda nocturna,¡oh vaso de tristeza, gran taciturna!Y te amo tanto más, bella, cuanto más me huyes;y cuanto más me pareces encanto de mis noches,irónicamente aumentar la distanciaque separa mis brazos de la inmensidad azul.Avanzo en los ataques y trepo en los asaltoscomo junto a un cadáver un coro de gusanos,y amo tiernamente, bestia implacable y cruel,incluso tu frialdad, que aumenta tu belleza.
Versión de María Fasce


ÚLTIMOS SUSPIROS DE UN PARNASIANOKlop, klip, klop, klop, klip, klop.Desgranando gota a gota su rítmico sollozo,En los pilones de la fuente donde el agua duerme inmóvil,Un surtidor es el único en turbar la plácida y tranquila noche.Qué silencio! Se diría que este globo aletargadoSobre aterciopeladas olas hacia el infinito se desliza.Allá en lo alto, a miles de millones de lenguas acribillando elEspacio,Peregrinos ahítos de las azules soledades,Ajenos a los mártires que sobre sus flancos pululan,Enredando sin fin sus orbe indolentes,-Oasis de miseria o cadáveres de mundos-Las doradas esferas circulan errantes de concierto.Alma mía, olvidemos todo! Soltemos las riendas de oroA las contemplaciones que su vuelo despliegan,Las estrofas en mi seno permanecen alicaídas...Por qué razón someterlas a un metro rebelde!Nada quiero saber, el vértigo enervanteMe arrulla en los pliegues de su abismo movedizo...Me fundo dulcemente... Estoy muerto, nada... ni siquiera la certezaDe oír el surtidor puntuar gota a gotaEl eterno silencio de un rítmico sollozo.Klop, klip, klop, klop, klip, klop...

UN HEMISFERIO EN UNA CABELLERADéjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire.¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana.En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes.En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la no-che de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco.Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.


DE "LAS FLORES DEL MAL: Versiones de Ignacio Caparrós(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)
II- EL ALBATROSPor divertirse a veces suelen los marineroscazar a los albatros, aves de envergadura,que siguen, en su rumbo indolentes viajeros,al barco que se mece sobre la amarga hondura.Apenas son echados en la cubierta ardiente,esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,sus grandes alas blancas abaten tristementecomo remos que arrastran a sus cuerpos pegados.¡Este viajero alado, oh qué inseguro y chico!¡Hace poco tan bello, qué débil y grotesco!¡Uno con una pipa le ha chamuscado el pico,imita otro su vuelo con renqueo burlesco!El Poeta es semejante al príncipe del cieloque puede huir las flechas y el rayo frecuentar;entre mofas y risas exiliado en el suelo,sus alas de gigante le impiden caminar.
* * * * *
IV- CORRESPONDENCIASLa creación es un templo donde vivos pilareshacen brotar a veces vagas voces oscuras;por allí pasa el hombre a través de espesurasde símbolos que observan con ojos familiares.Como ecos prolongados que a lo lejos se ahoganen una tenebrosa y profunda unidad,inmensa cual la noche y cual la claridad,perfumes y colores y sonidos dialogan.Laten frescas fragancias como carnes de infantes,verdes como praderas, dulces como el oboe,y hay otras corrompidas, gloriosas y triunfantes,de expansión infinita sus olores henchidos,como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,que los éxtasis cantan del alma y los sentidos.
* * * * *X- EL ENEMIGOMi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,por rutilantes soles cruzada acá y allá;relámpagos y lluvias la hicieron tan violenta,que en mi jardín hay pocos frutos dorados ya.De las ideas hoy al otoño he llegado,y rastrillos y pala ahora debo emplearpara igualar de nuevo el terreno inundado,donde el agua agujeros cual tumbas fue a cavar.¿Quién sabe si las flores nuevas que en sueño anhelohallarán como playas en el regado sueloel místico alimento que les diera vigor?-¡Dolor!, ¡dolor! ¡El Tiempo, ay, devora la vida,y el oscuro Enemigo que roe nuestro interiorcon nuestra propia sangre crece y se consolida!* * * * *XIV- EL HOMBRE Y LA MAR¡Para siempre, hombre libre, a la mar tu amarás!Es tu espejo la mar; mira, contempla tu almaen el vaivén sin fin de su oleada calma,y tan hondo tu espíritu y amargo sentirás.Sumergirte en el fondo de tu imagen te dejas;con tus ojos y brazos la estrechas, y tu ardorse distrae por momentos de su propio rumoral salvaje e indomable resonar de sus quejas.Oscuros a la vez ambos sois y discretos:hombre, nadie sondeó el fondo de tus simas,tus íntimas riquezas, oh mar, a nadie arrimas,¡con tan celoso afán calláis vuestros secretos!Y en tanto van pasando los siglos incontablessin piedad ni aflicción vosotros os sitiáis,de tal modo la muerte y la matanza amáis,¡oh eternos combatientes, oh hermanos implacables!
* * * * *XVII- LA BELLEZABella soy, ¡oh mortales!, como un sueño de piedra,y mi seno, que a todos siempre ha martirizado,para inspirar amor a los poetas medraa la materia igual, inmortal y callado.En el azul impero, incomprendida esfinge;al blancor de los cisnes uno un corazón frío;detesto el movimiento que a las líneas refringe,y nunca lloro como jamás tampoco río.Los poetas, al ver mis grandes ademanes,que parecen prestados de altivos edificios,consumirán sus días en austeros afanes;Pues, para fascinar a amantes tan propicios,tengo puros espejos que hacen las cosas bellas:¡mis ojos, tan profundos, como eternas centellas!* * * * *XXXIII- REMORDIMIENTO PÓSTUMOCuando en el fondo duermas, mi bella tenebrosa,de una tumba de mármol denegrido construida,y ya tan sólo tengas por alcoba o guaridauna cueva lluviosa y una profunda fosa;Cuando oprima la losa tu carne temblorosay tus flancos doblados con encanto tendida,y el latir y el querer a tu pecho le impida,Y a tus pies el correr su carrera azarosa,La tumba, confidente de mi sueño infinito,(porque la tumba siempre comprenderá al poeta),en esas largas noches en que el sueño es proscrito,Te dirá: “¿De qué os sirve, cortesana indiscreta,lo que los muertos lloran no haber conocimiento?”-Y te roerá el gusano como un remordimiento.* * * * *
LXVI- LOS GATOSLos amantes fervientes y los sabios austerosadoran por igual, en su estación madura,al orgullo de casa, la fuerza y la dulzurade los gatos, tal ellos sedentarios, frioleros.Amigos de la ciencia y la sensualidad,al horror de tinieblas y al silencio se guían;los fúnebres corceles del Erebo serían,si pudieran al látigo ceder su majestad.Adoptan cuando sueñan las nobles actitudesde alargadas esfinges, que en vastas latitudessolitarias se duermen en un sueño inmutable;Mágicas chispas yerguen sus espaldas tranquilas,y partículas de oro, como arena agradable,estrellan vagamente sus místicas pupilas.* * * * *
LXXVII- SPLEENYo soy como ese rey de aquel país lluvioso,rico, pero impotente, joven, aunque achacoso,que, despreciando halagos de sus cien concejales,con sus perros se aburre y demás animales.Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón,ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.La grotesca balada del bufón favoritono distrae la frente de este enfermo maldito;en cripta se convierte su lecho blasonado,y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,no saben ya encontrar qué vestido indiscretologrará una sonrisa del joven esqueleto.el sabio que le acuña el oro no ha podidoextirpar de su ser el humor corrompido,y en los baños de sangre que hacían los Romanos,que a menudo recuerdan los viejos soberanos,reavivar tal cadáver él tampoco ha sabidopues tiene en vez de sangre verde agua del Olvido.Versión de Ignacio Caparrós(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)

CIBERGRAFIA: http://amediavoz.com/baudelaire.htm#2.%20EL%20ALBATROS

miércoles, 18 de febrero de 2009

biografia de charles baudelaire

fecha: febrero 12/ 2009
tema: charles baudelaire.
Nace en París el 9 de abril de 1821. Su padre, Joseph François, era un sacerdote que había colgado los hábitos. Hombre de amplia cultura, fue luego preceptor, profesor de dibujo, pintor y jefe del Despacho de la Cámara de los Pares. Fue quien le enseñó las primeras letras. Cuando nació Baudelaire tenía más de sesenta años y otro hijo de su primer matrimonio llamado Claude Alphonse.
Su madre, Caroline Archimbaut-Dufays, no había cumplido los treinta años al nacer el poeta. Hija de emigrados franceses a Londres durante la revolución del 93, enseñó inglés a su hijo.
Es criado por Mariette, sirvienta de la familia, a la que evoca en el poema "A la sirvienta de gran corazón que te daba celos" de su conocido poemario Las flores del mal.
El poeta tiene 6 años cuando su padre muere en 1827 dejando una discreta herencia. Su viuda se cambia de domicilio y a los veinte meses de enviudar, contrae matrimonio con el comandante Jacques Aupick, vecino suyo, de cuarenta años, un oficial que llegará a ser general comandante de la plaza fuerte de París.
Este nuevo matrimonio de su madre producirá un profundo impacto emocional en Baudelaire, que lo vivió como un abandono, manifestando siempre aversión por este padrastro con el que nunca llegará a tener buenas relaciones.
En 1830 con las jornadas revolucionarias Aupick es ascendido a teniente coronel por su participación en la campaña de Argelia, y dos años después nombrado jefe de Estado Mayor y se traslada con su familia a Lyon, donde vivirá cuatro años.
Se forma un consejo de familia para decidir sobre el futuro del niño, que inicia sus estudios en el Colegio Real de Lyon, de cuyo ambiente no guardará buen recuerdo: se aburre y escapa soñando de su en cierro, dando rienda suelta a su imaginación.
En 1836 Aupick asciende a general de Estado Mayor, volviendo con su familia a París, donde el niño es internado en el Colegio Louis-le-Grand. Su madre se va volviendo cada vez más rígida y puritana, haciéndose a la personalidad de Aupick.
Durante dos años y medio permanece en el Colegio Louis-le-Grand. Allí lee a Sainte-Bauve, a Chenier y a Musset, a quien criticará mucho más tarde. Es expulsado del colegio por una falta cuyo carácter se desconoce. En agosto obtiene el título de Bachiller superior.
En 1840, con 19 años, se matricula en la Facultad de Derecho, comienza a frecuentar a la juventud literaria del Barrio Latino y entabla sus primeras amistades literarias con Gustave Le Vavasseur y Ernest Prarond. También conoce a Gérard de Nerval, de Sainte-Beuve, de Théodore de Banville y a Balzac y empieza a publicar en los periódicos en colaboración y anónimamente. Intima con Louis Menard, dedicado a la vivisección de animales y a la taxidermia. Comienza también a llevar una vida disipada, caracterizada por sus continuos choques con el ambiente familiar y por su inclinación hacía las drogas y el ambiente bohemio. Empieza a frecuentar los prostíbulos. Mantiene una extraña relación con una prostituta judía del Barrio Latino llamada Sarah, a la que denomina Louchette por su bizquera, y que probablemente contagió su sífilis al poeta. Aparece en el poema "Una noche que estaba junto a una horrible judía" de Las flores del mal.
Sus calaveradas horrorizan a su familia burguesa, especialmente al probo militar que es Aupick. A pesar de que su padrastro le apoya, rechaza entrar en la carrera diplomática. No quiere ser sino escritor. La conducta desordenada del joven mueve a sus padres a distanciarle de los ambientes bohemios de París. Le envían a Burdeos para que embarque en el paquebote Mares del Sur, al mando del comandante Sauer, en una travesía que había de llevarle a Calcuta y durar dieciocho meses. Viaja con comerciantes y oficiales. El joven Baudelaire adopta actitudes provocativas e impertinentes; se siente aislado y sólo habla para expresar su deseo de regresar a París. El barco ha de afrontar una violentísima tempestad. Estancia en la isla Mauricio, al este de Madagascar, donde conoce a una señora casada para quien escribe "A una dama criolla". Asustado el comandante del barco por el efecto psicológico negativo que el viaje produce en el poeta, consiente en hacerle regresar a Francia desde la isla Reunión en otro barco, L´Alcide. Escribe "El albatros". El viaje dura desde finales de marzo de 1841 hasta febrero de 1842.
Para alejarlo de este ambiente y librarse de este joven conflictivo, su familia lo envían a Calcuta, pero Baudelaire, nostálgico y enfermo se detiene en la Isla Mauricio y regresa a Francia. Un consejo de familia, bajo la presión del general Aupick, lo envía a las Indias, en 1841, a bordo de un navío mercante. Pero Charles Baudelaire no quiere probar la aventura en el confín del mundo. No desea más que la gloria literaria. Durante una escala en la Isla de la Reunión, no acude a presencia del capitán
En 1842, nuevamente en París, entabla amistad con Thèophile Gautier y Thèodor de Banville. Alcanza la mayoría de edad, percibe la herencia paterna de 75.000 francos y se independiza. Abandona el piso familiar, instalándose en un pequeño apartamento.
Reanuda su vida bohemia y ejerce de dandy. Vuelve al ambiente de los bajos mundos. Las mujeres que llenan este periodo de su vida son pequeñas aventureras y prostitutas, como Jeanne Duval, una actriz mulata que representa un papel muy secundario en un vodevil del Teatro Partenon a quien conoce en 1843. A pesar de la vulgaridad, de frecuentes desavenencias y de las infidelidades de la mulata, Baudelaire vuelve siempre a ella y durante toda su vida estaría ligado a este insignificante mujer. Desempeñará un papel fundamental en la vida del poeta. sus mejores poemas son paradójicamente el fruto de estos oscuros amores, que aparece en los poemas "Perfume exótico", "La cabellera", "Te adoro igual que a la bóveda nocturna", "Meterías al universo entero en tu callejuela", "Sed non satiata", "Con sus ropas ondulantes y nacaradas", "La serpiente que danza", "El vampiro", "Remordimiento póstumo", "El gato", "Duellum", "El balcón", "Un fantasma", "Te doy estos versos para que si mi nombre" y "Canción de primeras horas de la tarde". Probablemente inspira también al poeta los poemas "El bello navío", "La invitación al viaje" y "La Beatriz".
Económicamente va de fracaso en fracaso, dilapidando la fortuna heredada de su padre. Baudelaire es brillante, de conversación sorprendente, pero su gran imaginación lo convierte en mitómano; su viaje a la India, sus amores inauditos, su vicio y perversidad, su homosexualismo, sus proyectos editoriales, formn parte de su vida.
Dilapida la herencia y contrae numerosas deudas, por lo que su madre y el general Aupick obtienen en 1844 de los tribunales que sea inhabilitado y sometido a un consejo judicial. Su dinero pasa a ser administrado por su padrastro. Se le entrega una cantidad trimestral de seiscientos francos.
Para eludir el control financiero publica anónimamente artículos en la prensa. En colaboración con Prarond escribe un drama en verso, Ideolus, que deja sin acabar. Baudelaire, privado de recursos y humillado, no se repondrá. Se ve obligado a rehuir a sus acreedores, mudándose, escondiéndose en casa de sus amantes, trabajando sin descanso sus poemas intentando mientras tanto ganarse la vida publicando.
Baudelaire escribió sus primeros poemas a la vuelta de su viaje del Caribe aunque en un principio se dedicó sobre todo a la critica artística. Fruto de esto fue la publicación en 1846 de algunos de sus ensayos, llenos de sensibilidad y de penetración, bajo el titulo de "Los Salones". En ella loa a su amigo Delacroix, entonces aún muy discutido, critica a los pintores oficiales, y analiza las obras de otros artistas contemporáneos suyos como una serie sobre caricaturistas franceses, en los que defiende con pasión a Honoré Daumier. También se interesa por le pintor impresionista Edouard Manet y por la música de Wagner, de quien fue el primer introductor en Francia. Le escribió una carta expresándole su admiración, tras haber asistido a tres conciertos, además de un ensayo.
Publica sonetos, uno de ellos, "A una dama criolla", con su verdadero nombre, así como un artículo sobre Balzac.
Publica en Le Corsaire-Satan un conjunto de aforismos y en L´Espirit Public, Consejos a los jóvenes literatos. Fustiga a los autores moralistas y moralizantes.
Aparece su novela corta "La fanfarlo", donde el poeta, tras el personaje de Samuel Cramer, se retrata como un dandy.
En 1845, histérico, ensaya el suicidio en un cabaret ante un grupo de amigos, donde se hace un corte con un puñal. Su padrastro, por miedo al escándalo, le paga sus deudas y le lleva a vivir con él y con su madre en la elegante plaza Vendôme. Pero pronto volverá a vivir solo.
Descubre la obra de Edgar Poe, que muere poco después y a quien no pudo conocer, a pesar de considerarle su alma gemela. Poe se le asemeja, y, durante diecisiete años, va a traducirla y revelarla. Así comienza a ganarse el reconocimiento de la crítica.
Conoce a Marie Daubrun, muchacha bonita y honesta, actriz del Teatro de la Gaîte, que sostiene con su trabajo a su familia. El poeta sentirá por ella un amor platónico o una amistad idílica. Le dedicará el poema "Canto de otoño".
Asiduo a círculos literarios y artísticos, uno de ellos en casa de Aglae Sabatier, llamada la Presidenta, amante de un banquero, por la que el poeta experimentará un amor ideal y platónico. A ella dedicará posteriormente los poemas "A la que es demasiado alegre", "Reversibilidad", "El alba espiritual" y "Confesión". Visita muy a menudo el salón de la viuda Marie Sabatier y conoce a Musset, Flaubert y Gautier, entre otros artistas. Un breve idilio con una mujer interesante, Madame Sabatier, amante de un amigo del poeta que reunía en su casa a un grupo de escritores y artistas, lo quiebra rápidamente. Cuando madame Sabatier accede a las pretensiones amorosas del poeta, éste la rechaza, pero sigue manteniendo con ella una entrañable amistad.
Durante la revolución de 1848 Baudelaire es visto en las barricadas y tratando de agitar al pueblo para que fusilen a su padrastro. Publica en Le Salut Publique, periódico de tendencia socialista, y se afilia a la Sociedad Republicana Central, fundada por Blanqui. Durante la revolución hace amistad con el pintor Courbet, que pintará un retrato del poeta, y con Poulet-Malassis, también que participó activamente en la insurrección e influirá en su vida, será el editor de Las Flores del Mal, por lo que resultará multado.
Cuando en 1851 Luis Napoleón da un golpe de estado y asume todos los poderes, lo que indigna a Baudelaire, quizá porque nombre a su padrastro embajador en Madrid.
Aunque escribió sus poemas con 23 años, Las Flores del Mal, título que el editor le impusieron en lugar de Los limbos, que era el original, se publicaron en junio de 1857. Cuanto escribió hasta su muerte no sobrepaso este trabajo, son solo un complemento a su obra. Inmediatamente después el gobierno francés acusa al poeta de ofender la moral pública y juzgadas obscenas. El poeta fue procesado en medio del escándalo general. Aun cuando Baudelaire obtuvo el apoyo de sus colegas, seis de sus poemas fueron eliminados de las ediciones siguientes. La edición es confiscada por mandato judicial. Parece que el escándalo se inició desde el periódico conservador Le Figaro. En agosto, proceso de Baudelaire y de sus dos editores, que son condenados a sendas multas por ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres. Se ordena la supresión de seis poemas ("Las joyas", "El leteo", "A la que es demasiado alegre", "Lesbos", "Mujeres condenadas", Delfina e Hipólita" y "Las metamorfosis del vampiro"). Baudelaire debe pagar una fuerte multa. Sólo Hugo (que le escribirá "Usted ama lo Bello. Deme la mano. Y en cuanto a las persecuciones, son grandezas. ¡Coraje!"), Sainte-Beuve, Teófilo Gautier y jóvenes poetas admirados le apoyan.
A pesar de condenarle por obscenidad y blasfemia, en 1859 y 1860 el Ministerio de Instrucción Pública le concede por dos veces sedas ayudas de trescientos francos. Pero ante el público quedará identificado, aun mucho después de su muerte, con la depravación y el vicio. Amargado, incomprendido, Baudelaire se aísla aún más. En su soledad donde él se ha encerrado, dos luces: los escritos admirados de dos escritores todavía desconocidos, Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine. Escribe un ensayo sobre Madame Bovary, de Flaubert, que también ha sido juzgado por inmoral.
Empieza la época de sus enfermedades que durará hasta su muerte. Sufre trastornos nerviosos y dolores musculares. Se ahoga, sufre crisis gástricas y una sífilis contraida diez años antes reaparece. Para combatir el dolor, fuma opio, toma éter. Sufre el primer ataque cerebral. Físicamente, es una ruina. Recurre a cápsulas de éter para combatir el asma y al opio para los fuertes cólicos. Ante su precaria salud, pasa cortas estancias en Honfleur con su madre y en Alençon con su amigo y escritor Poulet-Malassis.
Su próximo trabajo "Paraísos artificiales", escrito en 1860, es un relato de las experiencias personales del poeta con drogas como el opio. Da a conocer Encantos y torturas de un fumador de opio, sobre Thomas de Quincey, segunda parte de Los paraísos artificiales.
En 1961 presenta su candidatura a la Academia Francesa. Desea rehabilitarse y obtener un salvoconducto de dignidad profesional y solvencia. Busca el reconocimiento oficial de su labor, más allá del círculo de los cafés literarios que empiezan a agobiarle. Fracasa en su postulación por la oposición y los consejos de los académicos.
Nervioso, enfermizo, arruinado y desconocido, unido siempre a su mulata alcoholizada y luego parapléjica, Baudelaire arrastra una vida de fracasado.
En 1864 viaja a Bégica, donde vivirá durante dos años en Bruselas. Allí trata de ganarse su vida dictado conferencias sobre arte, que son un fracaso y se unen a las anteriores. En la primavera decide ir a Bélgica, donde se se encontra su editor, a dar conferencias en los círculos intelectuales de diversas ciudades y a. Sólo llega a dar tres conferencias sobre Delacroix, Gautier y Los paraísos artificiales, con asistencia muy escasa de público. Intentar una edición de su obra completa pero fracasa y se venga de la falta de acogida escribiendo un panfleto titulado ¡Pobre Bélgica!
En 1865 Mallarmé y Verlaine elogian Las flores del mal, pero Baudelaire desconfía de estos jóvenes poetas. Y no le faltaba razón porque, por el contrario, Los Pequeños Poemas en Prosa nunca supieron valorarlos.
En su correspondencia expresa su deseo de recurrir al suicidio. Pese a una nueva subvención estatal, su economía es muy precaria. Miserable y con sífilis, su existencia es una gran ruina. Su salud está ya completamente minada y en 1866 sufre un ataque de parálisis general que lo deja casi mudo. Su madre viaja a Bruselas y de regreso a París interna a su hijo moribundo en un hospital. La enfermedad se agrava rápidamente, y su vida no es ya más que una lenta agonía que se prolonga durante un año. Para ayudarle a sobrellevar el dolor, sus amigos acuden junto a su lecho a interpretarle Wagner. Paralizado, mudo y medio imbécil, sobrevive varios meses hasta que el 31 de agosto de 1867 muere tristemente a los 46 años, en brazos de su madre en el mismo hospital en el que estaba ingresado.
Fue enterrado en el cementerio de Montparnase, junto a la tumba de su padrastro, a quien siempre odió.
Póstumamente, en 1868, se publicaron sus "Pequeños poemas en prosa".
La modernidad maldita Cortesano de rentas escasas Orfebrería poética Los laberintos de piedra El pintor con la palabra La antorcha literaria Otros servicios ofrecidos por HispaVista: Ofertas de Trabajo y Busco pareja
fuente: http://www.baudelaire.galeon.com/biog.htm
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comentario.
puesto que es de gran importancia el conocimiento que este autor mostro durante toda su vida. porque escribia con una sencibilidad inanta a pesar de las adversidades, supo afrontar todos los problemas que tuvo desde su salud hasta la parte financiera.

sin dejar a un lado la escritura de sus poemas y por eso ante la sociedad fue llamado "el poeta maldito" por que lo que escribio en unos de sus poemas fueron eliminados de sus libros. es un personaje de aprender desde lo más minimo hasta lo mejor como fueron sus escritos